El 40% de la población de 18 países árabes es menor de 18 años, lo que convierte al mundo árabe en una de las regiones geoculturales más jóvenes del planeta. Aun así, debido a las tradiciones y características culturales, los programadores árabes no empezaron a considerar a los niños un público objetivo hasta la primera década de los 2000. La proliferación de cadenas por satélite, sin embargo, allanó el camino para que aumentara el interés por los más pequeños. En la actualidad, las compañías internacionales, las potencias regionales y los programadores nacionales se disputan la atención de los jóvenes televidentes árabes.
En distintos lugares del mundo, la construcción cultural de la infancia imprime un sello característico en los medios destinados a los niños, encarnado tanto por las normativas de difusión como por el contenido general. En los países occidentales, hay marcos reguladores y legislativos que rigen explícitamente la programación infantil, mientras que en el mundo árabe hay un gran vacío normativo. Por lo que respecta al contenido, las televisiones occidentales suelen hacer hincapié en el niño como individuo con sus propios intereses. Las árabes, en cambio, conciben al pequeño como miembro de una familia, miembro de una nación o musulmán, todo ello definido por una serie de conductas y valores. La dimensión religiosa tiene especial importancia, puesto que, en el contexto de Oriente Medio, la educación religiosa se tiene por inseparable de un contenido educativo más amplio, y la promoción general de la “cultura araboislámica” es una de las prioridades tanto de productores como de consumidores. Estos consideran que la oferta de la televisión local y regional contrarresta el flujo unidireccional de la influencia cultural extranjera (fundamentalmente occidental).
A diferencia de los occidentales, los niños árabes tardaron mucho en merecer la consideración de público objetivo entre los dueños de medios…