POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 217

Nubes de tormenta se ciernen el 25 de julio de 2022 sobre el Congreso en la capital de Estados Unidos, hasta el punto de forzar el aplazamiento de la actividad parlamentaria (Washington DC, 2022). GETTY

La superpotencia disfuncional

Para disuadir a China y Rusia, Estados Unidos necesita un enfoque bipartidista similar al que le hizo prevalecer durante la Guerra Fría. Urge una estrategia especialmente en África, América Latina y Oriente Medio.
Robert M. Gates
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Estados Unidos se enfrenta hoy a las amenazas de seguridad más graves en décadas, quizá las más peligrosas de su historia. Nunca se había enfrentado al mismo tiempo a cuatro antagonistas aliados –Rusia, China, Corea del Norte e Irán– cuyo arsenal nuclear colectivo podría ser el doble que el suyo en pocos años. Desde la Guerra de Corea, Estados Unidos no había tenido que enfrentarse a rivales militares poderosos tanto en Europa como en Asia. Y nadie vivo puede recordar un tiempo en que un adversario tuviera tanto poder económico, científico, tecnológico y militar como China en la actualidad.

El problema, sin embargo, es que justo en el momento en que los acontecimientos exigen una respuesta firme y coherente por parte de Estados Unidos, el país no puede darla. Sus liderazgo político fracturado –republicano y demócrata, en la Casa Blanca y en el Congreso– no ha logrado convencer a suficientes estadounidenses de que lo que ocurre en China y Rusia importa. Los líderes políticos no han sabido explicar cómo están interconectadas las amenazas que plantean estos países. No han logrado articular una estrategia a largo plazo para garantizar que Estados Unidos, y los valores democráticos en general, prevalezcan.

El presidente chino, Xi Jinping, y el presidente ruso, Vladímir Putin, tienen mucho en común, pero destacan dos convicciones compartidas. En primer lugar, cada uno está convencido de que su destino personal es restaurar los días de gloria del pasado imperial de su país. Para Xi, esto significa recuperar el antiguo papel dominante de la China imperial en Asia, al tiempo que alberga ambiciones aún mayores de influencia mundial. Para Putin, significa perseguir una difícil conjunción de revivir el Imperio ruso y recuperar la deferencia que se dispensaba a la Unión Soviética. En segundo lugar, ambos líderes están convencidos de que las…

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