El reelegido presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, debe dirigir el país hacia una recuperación sustancial de su economía, luchando contra la enorme y desigual distribución de los recursos que ha heredado. No será fácil: en la coyuntura de 1998 de la economía internacional, Brasil representa uno de los últimos baluartes entre una suave recesión mundial y la posibilidad de un declive más serio.