Cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022 casi todos los analistas vaticinaron que el ejército ruso terminaría arrollando al ucraniano. Se creía que la gran superioridad numérica en tanques, helicópteros de ataque y artillería aplastaría cualquier resistencia que los ucranianos pudieran plantear, por heroica que esta fuera. Meses después, sin embargo, la realidad es otra.
Entre los factores que explican lo ocurrido en Ucrania se encuentra la tecnología militar, que atraviesa los mayores cambios de los últimos 100 años. En 2014, el año que Rusia se anexionó Crimea, el Pentágono anunció una nueva estrategia, denominada “Tercera Estrategia de Compensación”, destinada a revolucionar la guerra aprovechando las nuevas tecnologías de la información y la electrónica. Esto derivó en las doctrinas y conceptos de “guerra multidominio y mosaico”. El camino hasta aquí ha sido largo, pero merece la pena detenerse en él de manera sucinta para apreciar el actual salto cualitativo.
Desde el final de la Primera Guerra Mundial y hasta hace pocos años, lo esencial de la guerra mecanizada no sufrió cambios de calado, sino meras modificaciones incrementales. En el combate o nivel táctico de la guerra predominaba el bando que poseyera plataformas capaces de desplazar una mejor protección y una superior potencia de fuego, además de moverse más rápida y ágilmente. También predominaba el bando que pudiera desplazar la mayor cantidad de estas plataformas a los lugares de combate. En el nivel operacional y estratégico, prevalecía el bando que pudiera tomar o destruir los puntos claves en el interior del territorio enemigo, como sus núcleos industriales, centros de gobierno o ciudades principales.
Llegar a esos puntos estratégicos clave, ya fuera mediante una gran fuerza de bombarderos que los destruyese o con un ejército terrestre mecanizado que lo tomase, fue el modo canónico e industrializado de hacer la guerra durante…