El Magreb se caracteriza por dos modelos de crecimiento: uno impulsado por las exportaciones de bienes y servicios (Marruecos, Túnez), otro por el gasto público interno (Argelia).
Túnez, más exigente en materia de transferencias sociales y que destina un mayor presupuesto al desarrollo en las regiones, deberá negociar con los prestamistas.
Argel y Rabat, entre la espada y la pared por las crecientes reivindicaciones, se han planteado dejar de lado sus divergencias para reactivar su cooperación económica.
El estallido de lo que iba a convertirse en la revolución tunecina y luego árabe, se produjo el 17 de diciembre de 2010 en Sidi Buzid, cuando los países del Magreb central se encontraban en una fase de recuperación económica pendiente de confirmación. Marruecos superó en 2010 la bajada del 27% de sus exportaciones en 2009 y logró que aumentaran sus calificaciones de Standard & Poor’s; Argelia ha vuelto a obtener, gracias a la subida de los precios del petróleo en el segundo semestre de 2010, unos ingresos iguales a los faraónicos gastos públicos comprometidos; y Túnez parecía resistir bien el estancamiento de la demanda de la Unión Europea (UE), su mercado principal, al lograr una tasa de crecimiento del 4% desde 2010…