Los ciudadanos han manifestado su frustración por sus condiciones de vida, su impotencia para ser gobernados por hombres honrados y su deseo de justicia y libertad.
Cuando la revolución se pone en marcha, escribía Henry Kissinger en 1954 en su tesis doctoral sobre el Congreso de Viena (A world Restored: Metternich, Castlereagh and the problems of Peace 1812-1822) lo importante es colocarse a su cabeza. Metternich, de quien Kissinger tomaba prestada la frase, se refería a un tipo especial de desorden entre los Estados; pero tanto si es entre Estados como entre gobernantes y gobernados, lo propio de una revolución es crear un orden nuevo o restaurar uno que había sido alterado.
Algunos medios de comunicación y algunos políticos han llamado revolución a lo que ocurre desde enero en el mundo árabe, pero en realidad se ha producido algo de mucho mayor calado: con sus manifestaciones en la calle, los ciudadanos árabes advirtien a sus gobernantes de su frustración de muchos años por no ver mejoradas sus condiciones de vida; su impotencia para hacerse gobernar por hombres capacitados y honrados; y su deseo de vivir con justicia y libertad…