Algunos importadores netos de alimentos buscan satisfacer su demanda de materias primas agrícolas vía la inversión en tierras en países en desarrollo. Ha surgido así el ‘land grab’, una amenaza a la seguridad alimentaria y el medio ambiente de los países menos avanzados.
En la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, celebrada en 1996, se definió la seguridad alimentaria como un estado en el que “todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana.” En el contexto actual de crecimiento demográfico e incremento del número de personas con un tipo de dieta más rica en proteína animal, se presenta el doble reto de alimentar a la población de manera adecuada y ambientalmente sostenible.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicaron en junio de 2011 el informe “Perspectivas de la agricultura OCDE-FAO 2011-2020”, donde se afirma que la producción de alimentos deberá incrementarse en un 70 por cien. Para ello, será necesario aumentar la superficie cultivada y lograr mejoras en los rendimientos de las tierras ya cultivadas. Sin embargo, el aumento de la superficie cultivable tendrá un impacto sobre los ecosistemas naturales y el stock de carbono almacenado en el suelo. La intensificación de las tierras cultivadas puede llevar aparejada la degradación del suelo y la contaminación del agua, entre otros efectos. Ante esta situación, la agricultura ha de enfrentarse al desafío de aumentar la producción con el menor impacto medioambiental. Este nuevo concepto de desarrollo agrario se denomina intensificación sostenible…