La actividad internacional es un ámbito muy vasto. La dirección política de nuestro país, el Congreso de Diputados Populares, el Soviet Supremo y el Gobierno no sólo determinan las tendencias fundamentales de la política, la línea de comportamiento del Estado y su actitud ante los acontecimientos que se desarrollan en el mundo, sino que también orientan la labor de muchos departamentos, instituciones y organizaciones vinculados con los asuntos exteriores.
Antes de abordar algunos problemas generales de la política exterior, quisiera evaluar los resultados de las negociaciones sostenidas hace poco en Estados Unidos, Nicaragua y Cuba. Tanto nosotros como los norteamericanos consideramos que las conversaciones sostenidas con el presidente George Bush y con James Baker, secretario de Estado, han sido importantes para nuestras relaciones. ¿Por qué? Se ha puesto en claro que, pese a todas las diferencias en la filosofía política y la concepción del mundo, ambas partes evalúan la situación actual, sus prioridades y futuras acciones en términos afines y de igual orientación.
Las partes comprenden que han madurado las condiciones para dar un nuevo paso importante. El resultado de ello es el acuerdo de celebrar un encuentro en la cumbre. Importa subrayar, que la dirección soviética, tanto como la norteamericana, se orientan a una colaboración creciente, positiva y constructiva, calculada a largo plazo en sus relaciones bilaterales y en todo el conjunto de problemas mundiales.
El diálogo soviético-norteamericano ha alcanzado un nuevo nivel de apertura, de intensa actividad práctica, de amplitud en el planteamiento de los problemas, de comprensión y de buena voluntad. En este espíritu precisamente han transcurrido las conversaciones en Washington y Wyoming.
Por primera vez un ministro de Relaciones Exteriores de la URSS ha visitado Nicaragua, país amigo cuyo pueblo goza de profundas simpatías en la Unión Soviética.
Ahora la situación en torno a Nicaragua es…