La política kurda del AKP y las consecuencias del conflicto sirio en el proceso de paz explican la ofensiva, que tendrá repercusiones estratégicas para Turquía.
Entre enero y marzo de 2018, el ejército turco emprendió una ofensiva militar que le permitió tomar el control del enclave de Afrin, hasta entonces en manos de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza de milicias sirias, que representan a varias comunidades, y de las Unidades de Protección Popular (YPG), brazo armado del Partido de Unión Democrática (PYD), que ostenta el poder en Rojava. Es difícil hacer balance de esta operación, que Turquía bautizó como “Rama de olivo”. Si el avance del ejército turco, al principio frenado por los sangrientos combates, se aceleró a partir de marzo fue porque las FDS decidieron no entablar una batalla frontal con un ejército convencional, y replegarse a la parte oriental de Rojava.
Para entender las razones de esta ofensiva sobre Afrin y sus consecuencias, primero hay que repasar la evolución de la política kurda del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP); después mostrar que, en el plano interior, el conflicto sirio ha sido fatal para el “proceso de paz”, pues ha desembocado en la implicación militar de Turquía. Por último, conviene examinar el reposicionamiento estratégico de Ankara con respecto a sus aliados occidentales y otras potencias regionales.
Las múltiples caras de la política kurda del AKP
Fin del “proceso de paz” en Turquía en 2015, ruptura de relaciones con los kurdos iraquíes en 2017 tras la celebración de un referéndum de independencia, ofensiva militar en el Kurdistán sirio en 2018… ¿Cómo se ha llegado a este punto? Es una pregunta que puede surgir al recordar que, cuando llegó al poder, el AKP decía querer aportar una solución política a la cuestión kurda y modificar…