¿Qué es “Europa”? La respuesta queda por verse, pero “más pequeña de lo que parecía el año pasado” es lo primero que se nos ocurre, en vista de lo que acontece en sus márgenes: desintegración de la Unión Soviética y guerra declarada en Yugoslavia. En el centro de Europa, el futuro no es un juego de adivinanzas tan pronunciado. Verdaderamente, los tratados de Unión Monetaria Europea (UME) y de Unión Política Europea (UPE), firmados en diciembre de 1991 en la cumbre de Maastricht, son un éxito asombroso dado el “europesimismo” de mediados de los años ochenta. Para fines de la década queda así dispuesta una nueva federación, anclada en una moneda única y un banco central.
Pero Europa sigue estando muy lejos de la “Europa entera y libre”, como le gustaba decir al presidente Bush. En especial, el movimiento hacia el Este de la Comunidad Europea de doce naciones se verá limitado por la atención absorbente del bloque a las cuestiones Oeste-europeas, y para la propia CE aquel movimiento será un esfuerzo excesivo.
Del mismo modo, nadie, a uno u otro lado del Atlántico, tiene mucha idea de cómo dar nueva forma a la relación de Estados Unidos con Europa tras el desvanecimiento de la amenaza soviética…, o de si es verdaderamente necesaria una nueva forma. Hace cinco años, o incluso tres, la guerra de Yugoslavia habría llegado inmediatamente al primer puesto de la agenda de la política exterior norteamericana. Pero esta vez, Washington, con la mirada fija en Oriente Próximo, se quedó primero apartado y luego dejó la crisis a la CE.
Aunque está claro que Estados Unidos se aterra a la OTAN como única relación de seguridad transatlántica seria…