Pese a las imperfecciones de su sistema, la República Popular China vive un pluralismo y una libertad económica desconocidos hasta ahora. El próximo congreso del Partido Comunista chino abre las expectativas para la renovación política y un impulso democrático.
Acostumbrados a las críticas occidentales generalizadas contra el historial de derechos humanos de China, la falta de libertad religiosa, el patrioterismo de la dinastía Han y la idea imprecisa de que el Partido Comunista de China (PCCh) es una entidad monolítica obsesionada con mantener un statu quo injusto, no estamos calibrando el grado de pluralismo social y la apertura política de la República Popular China (RPCh). De hecho, el nivel de libertad individual del que gozan hoy los ciudadanos chinos no tiene equivalente en el pasado del país. Las élites de Pekín están fraguando cambios políticos de forma paulatina, y un proceso de democratización dirigida está reforzando el resurgimiento económico de la nación y garantizará el renacimiento del mundo chino.
Para comprender la dinámica sociopolítica actual, debemos recordar la prolongada y tortuosa transición posimperial y colonial, reflexionar sobre los valores tradicionales chinos y sus lazos con la modernidad y debatir algunos de los factores que determinarán la naturaleza del futuro sistema político de China.
En su cuarta visita a la República Popular como presidente francés, Jacques Chirac dijo a unos estudiantes chinos de la Universidad de Pekín: “Mañana, China será una de las grandes potencias, si no la mayor potencia del mundo” (26 de octubre de 2006). Un miembro de la delegación presidencial, el ex primer ministro francés Jean-Pierre Raffarin, declaraba: “Para nuestros hijos, la norma ya no será lo estadounidense, sino lo chino” (Le Figaro, 28 de octubre de 2006). Esa afirmación plantea una pregunta esencial: ¿Cuál sería esta norma y el contenido exacto de sus dimensiones intelectuales, sociales,…