EL 23 de julio de 2020, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, tras acusar a China de constituir una amenaza para el pueblo norteamericano y su prosperidad, así como de perseguir la hegemonía global, convocó a los países democráticos a una alianza contra China –una verdadera cruzada– criticando a quienes no estén dispuestos a seguir a la América de Donald Trump en el empeño. Pompeo intentó incluso enrolar en la cruzada al pueblo chino, que debe “liberarse” del Partido Comunista Chino (PCCh), considerado por Pompeo su verdadero enemigo. Lo que ocurre es que ni buena parte de los aliados de EEUU ni la sociedad china compran este discurso.
La vigente estrategia de la Unión Europea hacia China se encuentra en el documento “Europa-China. Una visión estratégica”, elaborado y publicado el 13 de marzo de 2019 bajo la dirección de Federica Mogherini, entonces alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. La Unión considera a China un “rival sistémico”, pero también un “socio cooperador” para resolver los grandes desafíos comunes de la humanidad (uso de armas de destrucción masiva, cambio climático, terrorismo, pandemias, etcétera), así como un competidor a la vez que socio comercial, indispensable para su prosperidad económica, dependiente del mantenimiento de un sistema de comercio internacional abierto. La exportación como porcentaje del PIB es del 11,7% para EEUU, el 17,4% para China y el 12,8% para la Unión (47,1% incluyendo el comercio intraeuropeo).
La diversidad de intereses entre EEUU y la UE es obvia. No hay que olvidar que China, por otra parte, ha proporcionado por encima del 30% del crecimiento global, más que ningún otro país, desde el inicio de la Gran Recesión, en 2008, una epidemia, en este caso económica, que tuvo un origen tan localizado en Wall Street y…