Yo no hago política, pero esto ya es demasiado. Las cosas tienen que cambiar”. Lilia, de 30 años y larga melena castaña, se prepara para ir a manifestarse anudándose una bandera argelina sobre los hombros. Esta joven empleada de una pequeña empresa de comunicación nunca ha ido a votar. Se ha aprendido los nombres de los ministros y presidentes del Senado y del Consejo Constitucional en las manifestaciones. Este viernes, en medio de la multitud, entona “El pueblo quiere que se vayan todos”.
Desde el 22 de febrero de 2019, millones de argelinos se manifiestan por todo el país, cada viernes, para exigir un cambio de régimen político. Al principio, reclamaban la marcha del presidente Abdelaziz Buteflika, que el día 10 de ese mes había declarado su aspiración a un quinto mandato presidencial. Buteflika, en el poder desde 1999, estaba muy debilitado desde el derrame cerebral que sufrió en 2013. Rara vez aparecía en público y ya no daba discursos. Hospitalizado en Ginebra del 24 de febrero al 10 de marzo, anunció primero una “próxima” dimisión, a la que seguiría la presentación de una carta de renuncia el 2 de abril. “Con eso no basta”, explica Lilia. “Quiero una Argelia mejor. Y eso implica más que al propio presidente. Todo el sistema tiene que cambiar. Mientras ellos sigan ahí, continuaré protestando todos los viernes”. Al igual que ella, los jóvenes argelinos que siguen saliendo a la calle exigen más a los gobernantes.
En 2018, el 54% de los habitantes del país tenía menos de 30 años, y el 30% no llegaba a los 15, según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS). Eso significa que el eje de la movilización lo constituyen cerca de 23 millones de personas. Hoy en día la mayoría de esta juventud es urbana y tiene estudios….