Túnez pasa la página del terrorismo de Estado hacia un Estado de derecho. Su éxito dependerá del ejecutivo y de la lucha de la sociedad civil y la justicia para que se respete la Constitución.
A diferencia del resto del mundo árabe, que se ha visto profundamente alterado desde la inmolación de Mohamed Buazizi y el inicio de las revueltas en toda la región, el proceso revolucionario continúa en Túnez y de una manera pacífica. Mientras que en Egipto se ha restablecido la dictadura con Abdelfatah al Sisi, en Yemen los bombardeos prosiguen ante el silencio atronador de la comunidad internacional, Siria se sume cada vez más en una guerra atroz y Libia está más dividida que nunca, parece que los tunecinos se mantienen al margen de este caos.
Un nuevo país renace de sus cenizas después de que el 27 de enero de 2014, la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) adoptara por mayoría una nueva Constitución. Pero para materializar este renacimiento, es fundamental que haya paz social, de ahí el papel de la Instancia de la Verdad y la Dignidad (IVD), que es la piedra angular de una justicia transicional que garantiza el establecimiento de un Estado de derecho.
“Perdónennos por nuestro silencio y nuestra cobardía”, imploraban unos tunecinos que acudieron al domicilio de una de las víctimas del régimen de Zine el Abidine ben Ali después de haber visto la transmisión en directo de las primeras vistas públicas de la IVD. Antiguos torturadores acudieron a la sede de la IVD para expresar su voluntad de participar en el proceso; uno de ellos, que ha preferido mantenerse en el anonimato, se puso en contacto a través de Facebook con Sami Brahem, víctima de torturas: “He visto tu testimonio, quiero besarte la cabeza y pedirte perdón. Fue un periodo duro para…