Poco a poco, la organización abandona su planificación a largo plazo para concentrarse en su supervivencia, alejándose cada vez más de las sociedades musulmanas.
El intento de atentado en el vuelo Ámsterdam-Detroit, el día de Navidad de 2009, desencadenó una verdadera tormenta mediática y despertó la angustia por la seguridad en los países occidentales. Al reivindicar de forma inédita este fracaso, Al Qaeda ha vuelto al primer plano de la escena internacional y ha conseguido hacer olvidar los serios reveses que había sufrido en los meses anteriores. Sin embargo, no hay que ver en este golpe publicitario, notablemente orquestado, indicios de una vuelta a la carga, con mayor intensidad, de Al Qaeda. La organización de Osama bin Laden pasa por una crisis profunda, que la visibilidad de su activismo terrorista no puede resolver por sí sola. En este punto, se impone un balance razonado de sus puntos fuertes y débiles.
La principal victoria de Al Qaeda, más de dos décadas después de su creación en Pakistán, en agosto de 1988, es haber protegido la seguridad de su fundador, Bin Laden, así como la de su lugarteniente egipcio Ayman al Zawahiri. Estos dos dirigentes se han librado de numerosos intentos de eliminarles, que han costado la vida a decenas de mandos de la organización, sobre todo tras el lanzamiento de Estados Unidos, en otoño de 2008, de una campaña de raids aéreos contra los santuarios de Al Qaeda en las zonas tribales paquistaníes. La capacidad de supervivencia de Bin Laden y Al Zawahiri contribuye a su prestigio y asegura la coherencia de una red actualmente disgregada en cuatro escenarios principales: la frontera afgano-paquistaní, donde opera ?Al Qaeda central?; Yemen, con ?Al Qaeda en la Península Arábiga? (AQPA), Irak, y, por último, el norte de África, con ?Al Qaeda en el Magreb…