Europa ha de prepararse para el cambio en EE UU. Gordon Brown, Nicolas Sarkozy y Angela Merkel trabajan ya para invertir las reticencias euro-norteamericanas de los últimos años. España, en asociación con Alemania, puede ser un motor de la cooperación transatlántica.
La política exterior alemana es posiblemente la más interesante y creativa del momento. Como un gobierno de “gran coalición” limita las posibilidades de la agenda interior, una parte principal de la energía de la canciller, Angela Merkel (Unión Cristiano Demócrata, CDU) y el vicecanciller, Frank-Walter Steinmeier, (Partido Socialdemócrata, SPD) se dedica a labores exteriores. Alemania participa activamente en todas las cuestiones estratégicas (reforma de la Unión Europea, relación transatlántica, Rusia, nuevas potencias asiáticas) y la mayor parte de las sectoriales (energía y cambio climático, cooperación y democratización, seguridad y migraciones). Aunque se ocupa de sus intereses como máximo país exportador, ha sabido aplazar objetivos espinosos como su puesto permanente en el Consejo de Seguridad. Su compromiso con los valores democráticos y su generosa acción cultural le salvan del ensimismamiento de otras potencias.
Entre tanto, Estados Unidos se prepara para dejar atrás los malos vientos del radical-conservadurismo definido por Robert Reich, que tanto daño ha hecho con su agresivo maniqueísmo, su mezquindad y su incompetencia. Ayudar a EE UU a volver a una “política exterior racional es la tarea más urgente de la política internacional”, dice Eric Hobsbawm, porque “seguirá siendo una superpotencia, un poder imperial en realidad, aunque sea evidente su declive económico”. El admirable dinamismo democrático americano está en marcha y traerá una presidencia muy diferente.
Es hora, en Europa, de prepararse para el cambio, de sembrar entre los posibles nuevos dirigentes, de formar equipos y elaborar proyectos con que tender la imprescindible relación con la próxima administración americana. Otros grandes países europeos no han esperado: el primer…