POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 19

La guerra de Irak y sus consecuencias para la CE

Helmut Schmidt
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Creo que hay, en este comienzo de los noventa, tres procesos mundiales que tendrán gran influencia económica y política en el curso de la década. El primero es el debilitamiento de la URSS no en el terreno del poder militar sino en términos de cohesión interna. El segundo es la unificación de Alemania, un vecino quizá demasiado grande para todos sus vecinos de Europa. El tercero es la situación de Oriente Medio, hoy escenario de guerra. Querría añadir luego unas palabras sobre el papel de EEUU para hablar por último del futuro de la Comunidad Europea.

Empecemos por la Unión Soviética. La glasnost ha sido extremadamente efectiva pero no todos sus efectos han sido favorables. Es la primera vez que la gente pude expresar lo que piensa en Rusia sin ir a la cárcel: esto no había ocurrido nunca bajo Lenin, Stalin, Kruschef u otros. Tampoco hubo libertad de expresión antes del 1917, ni siquiera bajo Alejandro II. Hay efectos no tan positivos: todas las nacionalidades –y hay aproximadamente un centenar dentro de la Unión Soviética– puedan hoy divulgar sus opiniones e intereses. La última vez que estuve en Moscú, los enfrentamientos entre aquellos que hablaban en nombre de la nación rusa y quienes hablaban en nombre del imperio como Gorbachov, eran muy duros. Por ejemplo, el secretario de Asuntos Exteriores de la República Rusa se quejaba de que los visitantes extranjeros se entrevistasen con Shevardnazde pero no le visitasen a él: él se consideraba más importante que Shevardnazde y esto es uno solo entre decenas de ejemplos. Un caso que nos permite entrever hasta qué extremo la perestroika económica ha desembocado en la confusión total.

Nunca he visto la Unión Soviética en tal estado de confusión a lo largo de los últimos veinticinco años. Mi primera visita a la…

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