El 23 de junio el primer ministro británico, Tony Blair, comparecía ante el Parlamento Europeo, en Bruselas: “Yo creo en Europa como proyecto político. Jamás aceptaría una Europa que fuera sólo un mercado. Estamos ante una unión de valores, de solidaridad entre naciones y pueblos, no sólo en un mercado para comerciar, sino en un espacio de ciudadanos que nos es común”. El mismo día 23 de junio, el canciller Schröder apuntaba en una dirección similar, si bien con notables matices, más que matices: “Europa está en medio de una crisis, pero vamos a resolver esa crisis… Después del rechazo del tratado constitucional en Francia y Holanda, y del fracaso de la cumbre de Bruselas (17 de junio), Europa ha entrado en una zona de gran riesgo. Debemos poner todo nuestro esfuerzo y sacarla de ahí”. “Europa no debate hoy qué Constitución es necesaria sino que Unión quiere”. “Europa ha sido la respuesta a nuestras guerras pasadas y a nuestras destrucciones. En el presente, Europa es la respuesta a la globalización. Europa no es sólo un mercado, es un sistema de sociedad…”.
Schröder y Blair discrepan sobre un problema de fondo. Quizá la distancia no sea tan grande. Estamos ante dos viejos políticos, dos viejos zorros de la política, cada cual con sus fórmulas de simulación. Chirac es otro viejísimo zorro, al que otro,desde la manada opuesta, Laurent Fabius ha definido con crueldad: demasiadas convicciones sucesivas. Estas cosas no fomentan el crédito personal, la credibilidad política. Nuestro editorial no se escribe contra los políticos, lejos de ahí: muchos políticos en España, Europa, América, forman un estamento sacrificado, entregado al bien común.
El referéndum ¿es un procedimiento ejemplarmente democrático de consulta popular? No entraremos en el fondo de la cuestión pero hay dudas de que sea así. En el caso del…