La esclavitud que forjó la política y la economía modernas
El papel de la esclavitud en el desarrollo del capitalismo europeo y estadounidense ha sido analizado en diversas obras. Entre otras, el clásico Capitalismo y esclavitud, de Eric Williams, publicado en Estados Unidos en 1944 y que durante veinte años no encontró editorial en Gran Bretaña. Williams, que fue primer ministro de Trinidad y Tobago, cuestionó la historiografía del imperio británico e introdujo el análisis económico en la historia de la esclavitud (en castellano está publicado en Traficantes de Sueños, Madrid, 2011). Recientemente, en la impresionante Story of Work. A New History of Humanity (Yale University Press, Londres, 2021) Jan Lucassen explica cómo la esclavitud fue una forma extendida de trabajo en buena parte del mundo durante siglos.
En los últimos años, los estudios sobre la esclavitud y el modelo productivo de la plantación con esclavitud (azúcar, algodón, cacao y otros productos), y sobre su influencia en la industrialización, también han ganado espacio en la historiografía crítica, especialmente en Estados Unidos y Gran Bretaña. Un ejemplo es A World Transformed. Slavery in the Americas and the Origins of Global Power, de James Walvin (Robinson, Londres, 2022). Esto ha coincidido con la protesta social y la demanda de las comunidades negras de recibir reparaciones morales y económicas. En el caso de la participación española en el tráfico y la utilización de esclavos, resalta el volumen coordinado por Martin Rodrigo y Alharilla Del olvido a la memoria. La esclavitud de la España contemporánea (Icaria, Barcelona, 2022).
Howard W. French, ex corresponsal en África del New York Times, es descendiente de esclavos y “producto del cruce de razas involuntario hecho famoso por (el expresidente y padre fundador de Estados Unidos) Thomas Jefferson”. En Born in Blackness cuestiona que la modernidad haya comenzado, como cuenta la historia tradicional, en el siglo XV con la llamada Era de los Descubrimientos. French se remonta al interés de los imperios portugués y español por alcanzar las minas de oro en una África todavía desconocida pero que la tradición oral hacía llegar a las Cortes y a los oídos de marinos aventureros.
Su libro, por lo tanto, comienza en la historia de imperios y formaciones locales africanas que a través de sus rutas comerciales llevaban las historias sobre el oro hasta Oriente Medio y de ahí a Europa. Portugal fue un imperio que, debido a su debilidad, exploró la costa occidental de África buscando oro. Y lo encontró, pero más importante fue que inauguró, en alianza con jefes tribales locales, y con el apoyo entusiasta de la Iglesia Católica, la captura y tráfico de esclavos.
El denominado Mapa Catalán de 1375, de la escuela mallorquina de cartografía, muestra partes de África con considerable precisión. Siguiendo rutas más especulativas, mitológicas y ficticias que geográficamente reales, Portugal fue el imperio precursor de la esclavitud y del modelo de explotación intensiva de las plantaciones.
French considera un error repetir que los navegantes del siglo XV buscaban llegar a Asia. En cambio, sitúa a África en una dimensión crucial del desarrollo del capitalismo moderno que ha sido negada por casi todos los historiadores. Portugal disputó con el imperio español las Islas Canarias, con Marruecos el control de Ceuta, y conquistó Madeira y la Azores.
El imperio portugués estableció el tráfico desde África a diferentes puntos en el continente americano, especialmente el Caribe, Brasil y las colonias británicas que formaron los Estados Unidos. Paralelamente, en la pequeña isla (hoy uno de los países más pobres del mundo) de São Tomé y en Madeira sentó las bases del modelo productivo de la plantación que más tarde se usaría en el Delta del Mississippi: grupos humanos capturados en África, deshumanizados, sometidos a brutales trabajos forzados, produciendo azúcar y más tarde café, cacao y otros bienes y servicios. A medida que crecía la demanda en Europa, aumentaba la necesidad de esclavos, y a golpe de látigo se incrementaba la productividad.
El modelo fue denominado en inglés “chattel slavery”: la esclavización y posesión de seres humanos y sus descendientes como propiedad, que se puede comprar, vender y obligar a trabajar sin salario. French indica que la palabra chattel tiene la misma raíz que cattle (ganado), y no es una casualidad.
“Explicado de manera simple—escribe—, el oro llevó a los portugueses a los esclavos, y estos produjeron la expansión de una nueva industria lucrativa, el azúcar, que transformaría el mundo de una forma que pocos productos lo han hecho en la historia, y de esta manera se produjo también uno de los mayores costes humanos de la historia”.
El libro hace una minuciosa descripción de cómo Portugal, y luego España, Holanda, Dinamarca, Francia y Gran Bretaña, como gran triunfadora, diseñaron la captura, tráfico y venta de esclavos, y de qué forma, como escribe el historiador Padraic X. Scanlan en Slave Empire: How Slavery Built Modern Britain (Robinson, Londres, 2022), “el comercio construyó el imperio; la esclavitud hizo el comercio”.
Born in Blackness es un largo viaje histórico y testimonial. French va relatando la historia de la esclavitud transatlántica desde sus orígenes en las formaciones sociales africanas. Visita los lugares donde eran comprados los futuros esclavos, en los que se los agrupaba hasta que partían; los puntos de llegada, las ruinas y mansiones (por ejemplo, en el sur de Estados Unidos) de las plantaciones donde trabajaban. En general, en casi todos los sitios la historia está perdida, difuminada o transformada en una atracción turística a la que se le quita el dramatismo que tuvo la esclavitud.
El consenso entre historiadores, explica, es que alrededor de 12 millones de africanos fueron llevados forzosamente a América, y seis millones murieron durante las operaciones de captura. Entre el 5 y el 40% de los capturados fallecieron mientras esperaban a ser embarcados subalimentados, mal tratados, engrillados y separados de sus familias. Y el 10% murió durante los viajes en condiciones infrahumanas. Después, la media de vida en las plantaciones era de dos años. Las mujeres eran obligadas a procrear para contar con nueva mano de obra esclava.
La oferta era tan vasta que los administradores de las plantaciones no se preocupaban por la salud o la exigua alimentación de los esclavos. El dueño de una plantación en Antigua escribió en 1751: “Era más barato explotar a los esclavos al máximo, y con un pequeño gasto y un uso intensivo, descartarlos antes de que se volvieran inútiles e incapaces de hacer cualquier servicio, y luego comprar otros nuevos para que ocuparan sus puestos”. En este desprecio hacia la población negra emergió el racismo que, con diferentes formas, perdura hasta la actualidad.
Born in Blackness describe la trayectoria de la esclavitud y sus impactos económicos y políticos: los esclavos africanos sustituyendo a la mano de obra indígena de América Latina (y Canarias) cuando era exterminada por el trabajo forzado y las enfermedades; el papel de la producción de algodón por parte de la esclavitud en América que será clave en la Revolución Industrial en Gran Bretaña; las diversas rebeliones como la de Haití, que el autor reivindica como parte de la identidad negra; las plantaciones en Brasil; el decisivo papel productivo de las plantaciones en Jamaica y Barbados; la participación de soldados negros en la Guerra de Secesión en Estados Unidos y las luchas entre imperios en el siglo XIX, confrontaciones motivadas por el control del negocio de la esclavitud.
French avanza explicando la creciente sofisticación del sistema esclavista y regresa, una y otra vez, a los orígenes en São Tomé. En esa narrativa va uniendo datos, lugares, tendencias y personajes. Así, se ven otros aspectos de la esclavitud. Por ejemplo, que fueron esclavos negros sometidos por la élite blanca los que deforestaron el valle del Mississippi, sitio del que previamente fueron aniquilados y expulsados los indígenas para producir algodón. O que el sistema financiero de Estados Unidos prestaba fondos a los propietarios de plantaciones de acuerdo con el número de esclavos que poseyeran.
En un momento en el que los negacionistas de la esclavitud en Estados Unidos la denominan “relocalización involuntaria” y aumenta la melancolía imperial en el Reino Unido y en España, Born in Blackness resulta una lectura imprescindible.