La era digital en Europa
En pleno apogeo del mundo digital, Crisanto Plaza revela en este detallado libro la posición de Europa en el “ecosistema digital”. Economista y estadístico, con una extensa carrera profesional en diversos organismos españoles y europeos, aporta sus conocimientos y experiencia en este ensayo acerca de la era digital, sus oportunidades y peligros.
Uno de los aspectos más importantes tratados en Ensayo sobre la regulación tecnológica. La era digital en Europa es la regulación en este sector. Nuestra sociedad está hoy muy determinada por el crecimiento de las telecomunicaciones y las redes digitales. La regulación resultaría clave para convertir a esta “nueva economía” en motor de progreso, en aras de favorecer la innovación, fomentar el empleo y atraer inversiones. Surge en Estados Unidos para compensar los fallos de mercado cuando se empieza a cuestionar el sistema capitalista. Pero la regulación no lo cuestiona, sino que se crea para tratar de perfeccionarlo. Lo que busca es “reconducir los mercados a una situación de competencia”, supuesta forma de producción más eficiente; en definitiva, corregir los fallos del mercado o de la competencia.
Plaza busca “relacionar las ideas predominantes sobre las teorías económicas y su aplicación a la regulación de las telecomunicaciones o sectores en red en general”. Las teorías de la regulación son las que determinan el sector, pero en el caso del ecosistema digital, ante su rápida evolución, hay una necesidad de ajustar la propia regulación, fundamentalmente cuando los cambios son tan revolucionarios como la aparición de los móviles o de Internet. Las teorías son muy importantes en la construcción de la regulación, y Plaza aboga por que estén actualizadas.
Historia de la regulación
Las ideas estadounidenses de la regulación moderna llegan a Europa varias décadas después, a finales del siglo XX. Hasta entonces, como alternativa a los fallos del mercado se aplicaban las nacionalizaciones y la producción del sector público. La regulación en Europa empezará en Reino Unido hacia 1983 de la mano de Margaret Thatcher, con privatizaciones en diversos sectores y la creación de agencias reguladoras para atajar el declive económico que arrastraba el país. Esta experiencia reguladora se acabaría expandiendo por el resto del continente, y en la Comisión Europea se comienza a plantear como un proyecto en el Green Paper (1987).
La regulación de las telecomunicaciones aplicada desde 1997 en la Unión Europea parte de la idea de que los mercados están en monopolio, por lo que busca establecer la competencia. En Europa estamos ante un sistema regulatorio cerrado en sí mismo, lo que muchas veces le impide empaparse de todo aquello que le ofrece el entorno. Plaza es un “europeísta convencido” que aboga por las ventajas de formar parte de ese futuro común que es Europa, también en el ámbito del desarrollo económico, en el que las telecomunicaciones y el ecosistema digital ocupan lugar tan destacado.
Una de las reflexiones del autor es la necesidad de aportar una verdadera orientación económica a la regulación en las telecomunicaciones, es decir, basarla más en aspectos teóricos económicos y menos en razonamientos jurídicos. También se hace imprescindible conocer bien el campo de las tecnologías y su evolución, para que la regulación no sea “insuficiente”. Como dice el autor, el entorno de las telecomunicaciones está cambiando, y la regulación del futuro tiene que tener en cuenta las nuevas tendencias de los mercados: la globalización de la economía, la explosión del tráfico de la red y la maduración del sector de las telecomunicaciones (en Europa es uno de los más desarrollados). La regulación condiciona las inversiones de telecomunicaciones en una economía globalizada. Según Plaza, el problema está en que en Europa las regulaciones siguen siendo fundamentalmente nacionales, no cuentan con una visión global o “paneuropea”, lo que supone un problema decisivo para el futuro.
Las grandes operadoras de telecomunicaciones son por lo general privadas y tienen aspiraciones multinacionales, buscan mercados potentes donde aumentar sus beneficios, por lo que la Unión Europea compite con gigantes como Brasil, China o India. La Comisión Europea piensa que en este sentido Europa sigue siendo el centro del mundo y toma decisiones al respecto sin considerar el contexto mundial. Se necesita una definición de la estrategia europea en este sector para hacernos más competitivos. El sector ha cambiado, por lo que la regulación debe hacerlo también. Para Crisanto Plaza, la competencia, entendida desde una óptica económica, debería ser la piedra angular; y no el confuso “derecho a la competencia” que define la Comisión Europea y sobre el que se apoyan otros conceptos.
En definitiva, se trata de un exhaustivo ensayo crítico que busca establecer las claves para aprovechar todo el potencial que presenta el universo digital y tecnológico, y que en Europa se encontraría estancado.