Las sociedades tribales y nómadas de Oriente Medio sufrieron una sacudida radical a raíz del terremoto económico provocado por el descubrimiento de oro negro en la década de los setenta. Los seis Estados miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Catar, Omán y Baréin) se vieron afectados. El resultado fue un cambio en la demanda de mano de obra, el desarrollo de infraestructuras y la reforma de la educación y la sociedad. Estas transformaciones exigieron un tremendo esfuerzo tanto de los gobiernos como del sector privado.
Arabia Saudí es un ejemplo paradigmático de un país con una severa política que impone una ideología de género conservadora basada en una sociedad neopatriarcal alimentada por un sistema tribal tradicional. En 1970, el reino saudí tenía una de las tasas de alfabetización más bajas de Oriente Medio (15% de los hombres y 2% de las mujeres). Como explica Warnock, tras un cuarto de siglo de esfuerzos dirigidos, logró elevarla a un nivel competitivo con el resto del mundo. La educación sigue extendiéndose rápidamente en el país y 35 años después de que comenzara la campaña de alfabetización, las cifras revelan por fin una gran victoria nacional.
En toda la región del CCG, la educación superior sigue situada en una intersección de factores internacionales y locales: se designa a expertos de todo el mundo para que realicen la transición hacia el desarrollo de las sociedades del Golfo y apliquen las mejores prácticas así como los resultados de la investigación para transfomar y revolucionar la educación para preparar a sus ciudadanos transmitiéndoles las aptitudes del siglo XXI y formándolos en unas prácticas innovadoras y emprendedoras. Arar, Sellami y Sawalhi señalan que la innovación y el espíritu empresarial suscitan gran interés como competencias clave para la economía del conocimiento. Aunque en la actualidad los países árabes albergan más de 800 universidades, es necesario promover una cultura que fomente la innovación y la creación de conocimiento.
Las cifras reflejan avances significativos desde el punto de vista cuantitativo, pero la pregunta es si también expresan avances cualitativos en la educación superior.
A partir de mi experiencia personal adquirida a lo largo de más de dos décadas como profesora ayudante en las universidades de Dhofar en Omán y Príncipe Mohamad bin Fahd en la provincia oriental de Arabia Saudí, puedo afirmar que los desafíos de las instituciones de enseñanza superior del Golfo son la pérdida de competitividad y originalidad, la falta de autonomía y libertad académica, así como de un entorno de apoyo basado en la indagación y la investigación que garantice la excelencia en la enseñanza y la investigación.
En Arabia Saudí, las facultades y las universidades para mujeres, que constituyen una frontera ideológica no autóctona, han sido autorizadas y apoyadas a regañadientes por las autoridades gobernantes, y su influencia está empezando a verse en numerosos estratos sociales. Aunque estos centros de enseñanza superior se fundaron con la idea de respetar los principios musulmanes de separación de espacios geográficos, son permeables, ya que permiten el intercambio de información e ideologías mediante las tecnologías digitales.
Sin embargo, hay factores políticos y culturales fundamentales que actúan como barreras reales y subjetivas para el avance en terrenos clave.
La adhesión religiosa al islam es un factor determinante no solo para conseguir empleo, sino también para acceder a las instituciones educativas. La contratación de personal y la admisión de estudiantes suelen basarse en los apellidos y la pertenencia tribal. No hay pruebas evidentes ni publicadas de discriminación en función de la comunión con la religión islámica. Pero, por lo visto en mi época de profesora universitaria en el Golfo, es un factor muy importante que rara vez se debate o se admite públicamente.
En la misma línea, en los países árabes la educación superior, como en muchos otros sectores, se enfrenta a numerosas desigualdades de género. Por ejemplo, las estudiantes no siempre pueden elegir la carrera que desean cursar porque sus padres no les permiten matricularse en centros mixtos. Arar, Sellami y Sawalhi sostienen que el papel de las mujeres en el mundo árabe es muy diferente, y que la reticencia de estas a participar de manera más decisiva en el mundo empresarial puede verse reforzada por las tradiciones sociales conservadoras. Un sistema educativo favorable podría actuar como catalizador para fomentar la participación activa de las mujeres en el liderazgo de la educación superior y en actividades empresariales.
Superar los límites políticos y culturales
Los factores decisivos que dificultan el aprendizaje y el rendimiento de las mujeres en la investigación evolucionan a diferentes niveles. Con el fin de examinar los cambios ideológicos que se están produciendo en Arabia Saudí bajo una luz más matizada, analizaremos más en detalle la creación de espacios de género y sus límites flexibles, representados por la participación de las mujeres en las facultades y las universidades online y de alta tecnología.
En los últimos años, ningún sector de la sociedad saudí ha sido objeto de más debates y discusiones que el de las mujeres y su papel en el proceso de desarrollo. Es más, las cuestiones relativas a los derechos y las responsabilidades de las mujeres en ese desarrollo han sido igualmente polémicas tanto entre los conservadores como entre los progresistas de la sociedad saudí. Hasta la década de los sesenta, a las mujeres saudíes no se les permitía ir a la escuela. Insinuar que una mujer puede ser más sabia que un hombre y que los viejos pueden aprender de los jóvenes tiene una connotación subversiva. Entre 1983 y 1989, el número de alumnas en las universidades aumentó de 20.300 a 47.000. En 1989 la cifra de licenciados y licenciadas de todas las escuelas superiores y universidades del reino era prácticamente la misma. En 2005, el número de estudiantes mujeres había alcanzado los 334.817.
Además de los campos tradicionalmente femeninos, como la educación, las lenguas y otras humanidades, las mujeres pueden optar a otros tradicionalmente masculinos, como la medicina, la informática y las ciencias. En la actualidad, el número de alumnas que se licencian en estadística y matemáticas es cinco veces mayor que el de hombres, y las licenciadas representan el 58% de todos los titulados universitarios. La necesidad económica de profesionales saudíes formados ha contribuido a acelerar la creación de centros de enseñanza superior tanto públicos como privados para mujeres y para hombres.
Sin embargo, aunque la estrategia básica es admirable, hay que encajar muchas piezas para llenar todas las lagunas profesionales que existen actualmente en la economía impulsada por las empresas. La ausencia de una política educativa bien planificada ha contribuido a estos desequilibrios en la mano de obra, lo cual pone aún más de relieve la importancia de desarrollar ámbitos de educación superior que ofrezcan carreras orientadas a campos de estudio aplicados y abran más vías para las mujeres. El retroceso de la idea de la mujer centrada en su papel predominante de compañera conyugal y cuidadora de los hijos conduce a un ciclo que se inicia con un período más o menos largo de soltería, como ya ocurría en parte con los hombres, y termina cuando las mujeres alcanzan niveles superiores de educación y acceden a un empleo.
Es importante tener en cuenta que todos los sistemas de enseñanza del reino deben cumplir los preceptos islámicos relacionados con la educación de un buen musulmán. Sin embargo, la rápida expansión de la enseñanza a todos los niveles no ha dejado margen para la investigación, el diálogo, la síntesis, la evaluación y el reajuste, lo cual ha creado una situación difícil para los eruditos musulmanes que dirigen la comunidad de los ulemas del país y dictaminan qué es aceptable para el islam en cualquier asunto religioso, así como en todo lo relacionado con la cultura, la elaboración de planes de estudios y el control del sistema educativo.
Arabia Saudí ha cosechado algunos éxitos en su intento de formar a su población para que ocupe puestos en la función pública y en la enseñanza primaria y secundaria. Sin embargo, el objetivo de cubrir plazas de profesionales de la enseñanza superior, científicos y especialistas médicos todavía no se ha alcanzado. La rápida expansión de un sistema nacionalizado de enseñanza primaria combinado con un sistema público de educación superior parecía conducir hacia la meta de saudización.
Pero, a pesar de todo este esfuerzo, no parece que la enseñanza esté preparando a los jóvenes del país para el empleo. Esto puede tener que ver tanto con las limitaciones impuestas a las mujeres licenciadas en carreras antes inaceptables como con la formación en la enseñanza superior. Las oportunidades de las mujeres para ejercer la profesión que han elegido disminuyen de manera significativa en comparación con las de los hombres debido a que se necesita disponer de lugares de trabajo separados, entre otros requisitos. Aun así, las estudiantes han empezado a debatir e investigar entre ellas la manera de actuar cuando las vías parecen bloqueadas, y están creando alianzas que permiten que alumnas y licenciadas más mayores actúen como mentoras en el camino hacia las oportunidades de empleo. Bessis, economista feminista, plantea la cuestión ética de una ideología utilitarista del papel de la mujer en la transición demográfica y la innovación económica, y se pregunta si, con independencia de las ventajas inherentes a la autonomía económica de las mujeres, el sesgo capitalista dominante tendrá algún efecto beneficioso para las economías emergentes. Otros economistas, en cambio, rebaten los planteamientos de Bessis señalando las ventajas en general de la autonomía económica. El rey lleva años manifestando su deseo de permitir que las mujeres expresen más plenamente sus capacidades en el terreno económico, y “ha prestado su peso moral al impulso del progreso […]”. El gobierno saudí, que en los últimos tiempos nada en el dinero del petróleo, también ha ampliado su programa de becas en el extranjero, especialmente en Estados Unidos. Así pues, las universidades para mujeres no solo están en auge como centros de estudios establecidos, sino también como construcciones ideológicas nacidas de la necesidad y de la adversidad. Con la oportunidad de viajar al extranjero para obtener más títulos, esas puertas se abren aún más y la frontera se expande.
No obstante, la cultura de la investigación en general y de la participación del profesorado femenino en particular todavía deben desarrollarse. La ausencia de la primera ha sido mencionada por varios autores, entre ellos Ali y Alhassan; Getahun, Hammad y Robinson-Pant, 2021; Hammad y Al Ani, 2021; y Karabchuk, Shomotova y Chmel. Por eso, la educación superior tal como se practica en Arabia Saudí y en el Consejo de Cooperación del Golfo en general ha sido calificada de educación empresarial. Esta clase de enseñanza puede ayudar a cambiar de manera efectiva la disposición mental de las licenciadas con respecto a la ciencia y la innovación si estas últimas están totalmente integradas en los planes de estudio y se enseñan eficazmente mediante el aprendizaje experimental, en vez de dar más importancia al basado en la teoría.
Ahora bien, para crear una cultura de la innovación en las mujeres y en la sociedad en su conjunto es necesario potenciar las prácticas innovadoras entre el personal docente e investigador. Por consiguiente, estos sistemas de educación superior deben adaptarse a la nueva configuración de la realidad y al entorno en constante cambio, lo cual requiere programas educativos que garanticen el ascenso de los miembros productivos de la sociedad para obtener el máximo provecho de su contribución al desarrollo social y económico a largo plazo./