La llegada de Trump a la Casa Blanca coincidió con un momento de agotamiento del crecimiento, el empleo y la inversión tras un ciclo expansivo que arrancó en 2009. En julio de 2019 se rompía el récord del mayor periodo de crecimiento ininterrumpido para la economía estadounidense (el anterior, de 1991 a 2001, coincidió con el fin de la guerra fría y terminó con los atentados del 11-S). Pero a mediados de 2016 el crecimiento del PIB se había frenado por debajo del 2% interanual, y las previsiones apuntaban a una ralentización paulatina de la actividad.
La victoria de Trump impulsó la economía del país. Aunque las rebajas fiscales para las empresas no han aumentado la inversión en la medida esperada por la administración, la formación bruta de capital fijo pasó de crecer un 1,2% interanual antes de las elecciones presidenciales a superar el 4% del PIB al finalizar el primer año de su mandato, y el 5% durante 2018. La inversión empresarial es la vía más eficiente para conseguir crecimiento a través del gasto, pues es la que genera más empleo. La tasa de paro siguió disminuyendo hasta situarse por debajo del 4%, el mejor dato en 50 años….