No lejos de donde el Mosela confluye con el Rin se levanta la iglesia románica de San Cástor en la periferia norte del antiguo casco urbano de Coblenza. Enfrente del pórtico principal hay una fuente con esta dedicatoria: A Napoleon le Grand, en recuerdo de la Grande Armée camino de Moscú para aniquilar el despotismo zarista. Debajo hay una inscripción que reza: Sous la préfecture de Jules Doazan; finalmente, una segunda y lacónica inscripción de este tenor: Vue et approuvé par nous, Cdt. Russe de la Ville de Coblentz. La primera data de 1812, cuando Coblenza era una fortaleza del imperio galo; la segunda de 1814, cuando la Cuarta Coalición triunfaba sobre Napoleón.
No hay muchos lugares en el mundo que brinden un curso práctico de historia comparable a éste: Alemania es uno de ellos… La fuente de Coblenza es un reflejo anecdótico de la cuestión alemana, cuya expresión histórica queda determinada por el hecho de que el escenario de Alemania, situado en el centro de Europa, ha sido siempre su primer factor condicionante. La forma política de esta cuestión –ayer, hoy y mañana– presenta una doble vertiente, a saber: a quién pertenece Alemania, qué lugar corresponde a los alemanes. Siendo esto así, en lo que se refiere a la cuestión alemana, y como consecuencia de la misma, la estructura de Europa está vinculada de manera existencial e indisoluble a la situación constitucional y espiritual de los alemanes. El ilustre historiador francés Fernard Braudel dio a su último libro, publicado en 1986, el título L’identité de la France; la obra culmina con este interrogante: La geo- graphie a-t-elle inventé la France? La respuesta radica en el hexágono y en la historia que lo configuró y lo sigue llenando hasta nuestros días. En lo que concierne a la historia de Alemania,…