POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 219

Cartel de los años 60 para fomentar la participación electoral, con la leyenda “no seas la cabra” entre un burro que simboliza al Partido Demócrata y un elefante alegórico del Partido Republicano. (Found Image Holdings/Corbis). GETTY

La crisis del bipartidismo en Estados Unidos

La sumisión de los republicanos a Donald Trump y la incapacidad de los demócratas para encontrar un relevo a Joe Biden demuestran que la crisis política de EEUU empieza por sus dos grandes partidos.
Pedro Rodríguez
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La Constitución debatida y consensuada en Filadelfia durante el caluroso verano de 1787 no hace mención alguna a los partidos políticos que terminarán por vertebrar la democracia en América. Los Framers, siempre con la tradición clásica y la historia de Inglaterra muy presente en el diseño de su nueva república, consideraban que los partidos eran una invitación al faccionalismo, a la estéril polarización y, eventualmente, a la violenta anarquía.

Benjamin Franklin, quizá el más genial de todos los Founders, advirtió contra el partidismo como maquinaria de destrucción del talento cívico al denunciar “el infinito abuso de los partidos, haciendo pedazos las mejores personalidades”. James Madison, figura decisiva en el proceso constituyente de Estados Unidos, equiparó a los partidos con facciones contrarias al interés público al estar dominadas por intenciones “adversas a los derechos de otros ciudadanos, o al interés agregado y permanente de la comunidad”. A estas advertencias hay que sumar los recelos de George Washington en su despedida tras dos mandatos como primer presidente de Estados Unidos.

Todos ellos, pese a su cruzada contra la concentración y abuso de poder, compartían una visión tan idealizada como harmoniosa de la sociedad americana. Y por supuesto, estos líderes se consideraban parte de una élite ilustrada, rebosante de honestidad y sabiduría, que actuaban como agentes de una sociedad homogénea formada entonces solo por hombres blancos ricos. En su arquitectura institucional, el único objetivo contemplado desde el patriotismo altruista y consensuado era hacer realidad intereses comunes, sin lugar para ninguna oposición organizada.

A pesar de todas estas aspiraciones y recelos, la realidad política de esta nueva república estuvo dominada desde el primer momento por facciones y polarización política. Para mediados de la década de 1790, dos formaciones políticas antagónicas dominaban el Congreso federal: el Partido Federalista y el Partido Republicano (sin…

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