La intervención militar en Irak tuvo lugar entre el 20 de marzo y el 20 de abril, día que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, anunció al mundo la conclusión de las operaciones mayores en territorio iraquí. La historia va deprisa. Estamos ya en otra fase. Pasemos página.
Pero mientras escribimos, seis soldados británicos han muerto en una emboscada. El goteo de bajas apenas es significativo militarmente, sí lo es en términos de opinión pública. Hay datos graves que una parte de la administración Bush y del gobierno del primer ministro británico, Tony Blair, tratan de ocultar, luego de deformar. Veremos.
Pero es necesario mirar al futuro. Esta revista analiza las relaciones exteriores de España, su situación en la Unión Europea, su papel en la relación transatlántica. Y analiza esas materias siempre con respeto. Aunque respetemos sobre todo los hechos. Hemos descrito en 94 números de esta revista y en casi 400 de su INFORME SEMANAL, el esfuerzo desplegado por España durante los últimos veintiocho años. Hemos contado lo que España hizo en los primeros meses tras la muerte de Franco, por los miembros del gobierno más abiertos de aquella primera transición –José María de Areilza, Antonio Garrigues, Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo-Sotelo– en materia de relaciones exteriores. España apenas tenía bazas que jugar: era un país que salía de un largo aislamiento, al que los grandes gobiernos occidentales mantenían en segunda o tercera fila.
Cómo España avanzó en estas décadas ganándose un puesto al sol en Europa y en el mundo es uno de los milagros de nuestra historia reciente. Gracias al riesgo que aceptaron cuatro jefes de gobierno elegidos –Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo-Sotelo, Felipe González y José María Aznar– a los que acompañaron como ministros de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, José Pedro Pérez-Llorca, Fernando Morán, Francisco Fernández…