El Consejo de Ministros de la Comunidad Europea que se celebró el 21 de octubre pasado dio a la Comisión un mandato formal para abrir negociaciones con aquellos países del Sur Mediterráneo que mantienen con la CEE acuerdos de asociación y de cooperación, que se insertan en la llamada Política Mediterránea de la Co- munidad. Estas negociaciones tienen por objeto adaptar los acuerdos existentes a la nueva realidad económica y comercial de la Europa de los “Doce”. A la realidad de una Comunidad que ya incluye en su seno a España y a Portugal, lo que inquietaba a los países Sur-mediterráneos desde una perspectiva comercial, habida cuenta de la competencia que en los mercados comunitarios los productos españoles y portugueses pudieran ejercer sobre productos, especialmente agrícolas, originarios, por ejemplo, de Marruecos, Chipre, Jordania, Israel, Líbano, Túnez, Argelia y Malta.
Estas negociaciones, llamadas de compensación, no constituyen, sin embargo, más que un dato episódico, aunque importante, en una problemática de mucho mayor alcance, porque se refiere al tipo de relaciones que conviene que la Comunidad mantenga con los países de su flanco sur, en el que Europa se juega su seguridad y su influencia natural y en el que Europa tiene una responsabilidad económica y política de carácter histórico.
Lo episódico: las negociaciones de compensación
Cuando un país se adhiere a la Comunidad Europea, el nuevo Estado miembro acepta lo que se llama “el acervo comunitario”, es decir, el con- junto de realizaciones, acuerdos y normas que la Comunidad ha ido instrumentando en su devenir. Uno de los componentes del acervo es, sin lugar a dudas, la red de acuerdos de asociación, de cooperación y preferenciales que la Comunidad, en virtud de la política comercial común, ha ido concluyendo, por razones diversas, con países terceros.
En virtud de este principio…