La pandemia de Covid-19 está reforzando el impulso de la transformación digital de África. Durante la última década, el continente ha ampliado rápidamente su infraestructura de tecnologías de la información y la comunicación (TIC). El acceso a las redes de cuarta generación (4G) ha pasado de cubrir al 10% de la población en 2012, cuando llegó al continente, al 58% de cobertura en 2020. El Covid-19 ha acelerado la digitalización al obligar a recalibrar de manera brusca la forma de interactuar de los individuos. En Ruanda, el número de transferencias de dinero móvil de persona a persona no llegó al millón en la semana anterior al confinamiento. Solo cinco semanas después, el volumen de las transacciones móviles se triplicó, hasta superar los tres millones semanales y su valor se cuadruplicó, hasta alcanzar los 40.000 millones de francos suizos (42 millones de dólares).
Por desgracia, el Covid-19 es también un acelerador de la desigualdad. La brecha digital en África ya era muy pronunciada antes de la pandemia. Entre otras muchas dimensiones interrelacionadas, el acceso de los jóvenes africanos a las herramientas digitales variaba según los perfiles geográficos, de género, educativos y laborales. La brecha digital entre las zonas urbanas y las rurales es fundamental. Aunque el 60% de la población africana vive en zonas rurales, solo el 22% de los jóvenes de estas zonas utiliza internet con regularidad.
El acceso a los flujos de datos y a internet no se está difundiendo por igual a todos los segmentos sociales ni a los agentes económicos africanos, lo que hace temer efectos agravantes de la pandemia sobre la desigualdad. Los 300 millones de africanos que actualmente viven a más de 50 kilómetros de una conexión de banda ancha por fibra o cable no están aprovechando plenamente los beneficios de los ecosistemas digitales. Aunque…