El centenario de la Bauhaus coincide con los 50 años del fallecimiento de quien fuera su fundador y director entre 1919 y 1928, el arquitecto Walter Gropius (1883-1969). La doble efeméride confirma la común identificación del personaje con la escuela de entreguerras, por mucho que, evidentemente, la Bauhaus fuera más que solo Gropius, y su vida mucho más que solo la Bauhaus. La institución ha llegado a eclipsar al hombre, quien siempre reivindicó su acto fundacional como la expresión de la Bauhaus genuina, hasta tal punto que aún hoy cabe preguntarse quién fue realmente Gropius. Esta pregunta es precisamente el punto de partida de la biografía de Fiona MacCarthy.

La autora, crítica de arquitectura del diario londinense The Guardian desde hace cinco décadas y reconocida biógrafa de figuras tan ricas, diversas y fundamentales de la cultura británica como William Morris, Edward Burne-Jones o lord Byron, se enfrentó a un doble reto. Por un lado, se embarcó en una aventura que la alejó de los contextos culturales transitados hasta el momento en sus biografías. Además, este caso particular suponía un reto colosal por la extensión y complejidad de su legado, como sin duda corroborará quien haya investigado en los diversos archivos que atesoran la copiosa documentación profesional y personal de Gropius, tanto la que felizmente pudo llevarse consigo al dejar de manera definitiva la Alemania nazi en 1937, como la relativa a la tupida red de contactos de alcance global que tejió de ahí en adelante. Acaso sea el mayor mérito de MacCarthy haber logrado hilvanar en su retrato un discurso claro y consistente, que no denota la dificultad que conlleva la gestión de un ingente volumen de información pero, sin embargo, logra hacer justicia a la intensa vida de Gropius en lo personal y lo profesional, dando cuenta de los…