La subida del precio del petróleo en los años setenta impulsa el nacimiento de las instituciones financieras islámicas. Con instrumentos próximos a la banca y los fondos de inversión éticos, las finanzas islámicas viven una expansión en el Golfo, el sureste asiático, el Magreb y Europa.
En octubre de 2007 Marruecos aprobó, después de dos años de expectación y negociaciones entre el Banco Central marroquí y la Unión de Bancos marroquí, la oferta y uso de instrumentos financieros “alternativos”, convirtiéndose, tras Túnez y Siria, en uno de los últimos países de cultura islámica en abrir sus mercados a la banca sin intereses o banca islámica.
Según el diario marroquí al-Tachdid, de tinte islamista, con la introducción de los instrumentos financieros sin intereses los bancos marroquíes buscan absorber el ahorro de un sector de la población que, por sus creencias religiosas, se negaba hasta ahora a operar con la banca convencional. Una posición similar es la que está llevando a muchos bancos e instituciones financieras europeas a ofrecer depósitos e hipotecas “islámicas”, o no articuladas en torno a tipos de interés, con el fin de atraer o fidelizar el mercado potencial que representa una comunidad musulmana en crecimiento. Tal es también la posición de las instituciones financieras europeas que se han enmarcado en la emisión de los llamados bonos “islámicos” (sukuk), con el objetivo de atraer parte de las ingentes rentas generadas por el petróleo (estimadas en torno a los 1,5 billones de dólares en Oriente Próximo, según datos de Wayne Arnold en el International Herald Tribune), en manos de una población mayoritariamente musulmana.
Sin embargo, una cuestión clave y que con frecuencia se obvia es si la población de origen musulmán está necesariamente interesada en este tipo de instituciones financieras por el simple hecho de ser…