A los países del Golfo les interesa la tecnología y el ‘know how’ españoles. El caso de Omán lo demuestra: el ministerio de Industria, Energía y Turismo y un grupo de empresas españolas diseñarán la estrategia turística del sultanato durante los próximos 30 años.
El ajuste a la baja del precio del petróleo tiene una repercusión directa en los países del golfo Pérsico. Ante esta volatilidad y en un intento por evitar la excesiva dependencia, los gobiernos de Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Kuwait, Omán y Catar han empezado a diversificar sus economías. Las monarquías del Golfo se han propuesto potenciar el turismo; sector capaz de proporcionar la independencia necesaria por considerar que ofrece las mejores posibilidades. Pretenden un desarrollo muy selecto. El hecho de que no se trate de viajes baratos ya es un primer filtro para que los visitantes sean en su gran mayoría de poder adquisitivo medio-alto. Estos países no cuentan todavía como los lugares turísticos más conocidos, pero su rápida expansión los está convirtiendo en destinos imprescindibles. Contar con ingresos elevados, les permite adaptar sus infraestructuras para convertir la región en una de las principales receptoras de turismo mundial. Según un informe elaborado por Amadeus, el crecimiento del gasto en turismo de esta región crecerá a un ritmo del 8,5 por cien hasta 2030, cuando alcanzará 169.000 millones de euros, una cifra muy superior a los 100.000 millones que registra actualmente China. Subsectores especializados, como cruceros, las conferencias y reuniones o turismo sanitario desempeñan un papel destacado en este esfuerzo. La transversalidad sectorial del turismo influirá de forma positiva: los hoteles y la construcción estarán entre los principales beneficiarios.
Los factores que más influyen en el cambio son los esfuerzos de diversificación económica, los cambios demográficos y la presión geopolítica para abrir fronteras y facilitar los…