De vez en cuando, los socios europeos centran su interés en la República Federal de Alemania. La primera visita que realizara un jefe de Estado y partido de Alemania oriental a Alemania federal, y que tuvo lugar en septiembre de 1987, volvió a poner sobre el tapete la cuestión perenne de lo que la división continuada de Alemania significa para la Comunidad Europea. El Tratado para la eliminación de misiles de alcance intermedio (INF) entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, que se firmó en Washington en diciembre de 1987, plantea el tema de su significado para la seguridad en Centroeuropa. Luego, la presidencia de la Comunidad por parte de la República Federal de Alemania, a partir de enero de 1988, lleva a muchos observadores a preguntar si ésta, la nación más fuerte de la Comunidad, económica y demográficamente, ejercerá su liderazgo y, si es así, en qué dirección.
Con este motivo, cabe analizar la cuestión de la Alemania dividida y el lugar que ocupa la “cuestión alemana” en la política europea actual, la cuestión de la seguridad para los alemanes occidentales dentro de la Alianza y la posible función de una Europa unificadora en ambos casos.
La cuestión alemana consta de tres elementos: Berlín, los antiguos territorios orientales y las fronteras de 1937, y la división del resto de Alemania, es decir, la división entre la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana.
En cuanto a los antiguos territorios orientales, probablemente se pueda afirmar que hoy en día la cuestión está zanjada a todos los efectos1. Sin embargo, conviene señalar tiñe quedan varias reservas jurídicas, aunque, probablemente, tengan más que ver con la división global y las responsabilidades aliadas que con cualquier deseo de reabrir el debate sobre las fronteras de 19372….