AFKAR-IDEAS  >   NÚMERO 72

Protesta de los agricultores españoles contra las políticas agrícolas europeas y contra los productos procedentes de Marruecos. Girona, febrero de 2024./ LOReNa sOPeNa LOPez/aNaDOLU VIa geTTY IMages

La agricultura magrebí: nuevas oportunidades

Las nuevas regulaciones de la Unión Europea plantean desafíos a los países del Sur, que podrían optar por diversificar sus exportaciones agrícolas hacia las regiones emergentes.
Amine M. Benmehaia
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Desde hace varios siglos, el sector agrícola tiene una importancia capital para las sociedades de los países del Sur, sobre todo de Túnez, Argelia y Marruecos. Desempeña un papel esencial en la estabilidad económica y social, tal y como atestiguan las tensiones de las primaveras árabes a partir de 2011. Hoy, la agricultura en estos países sigue siendo básicamente tradicional, caracterizada por un campesinado bajo la égida de los Estados con una economía social. Pese a los esfuerzos de modernización iniciados en los años setenta y el alza relativa de la productividad –debida, sobre todo, a la expansión de las superficies cultivadas–, la agricultura magrebí sufre bloqueos persistentes, exacerbados por las reticencias de los agricultores a los cambios tecnológicos e institucionales. No obstante, la última década ha visto emerger una nueva dinámica de emprendimiento agrícola, acreditada por un notable crecimiento de las exportaciones de varios productos alimentarios.

En un mundo cada vez más dinámico y acelerado, la adaptación se ha convertido en una necesidad imperiosa. La pandemia de Covid-19 en 2020 y las secuelas de la guerra de Ucrania en 2022 han puesto a prueba dicha capacidad de adaptación urbi et orbi. Más recientemente, las protestas de los agricultores en la Unión Europea se han convertido en un asunto clave de la actualidad. Las nuevas regulaciones de la UE, en especial el uso de pesticidas y las estrictas normas en las prácticas agrícolas, plantean sin duda retos considerables, pero también ofrecen oportunidades inéditas para los productores magrebíes. Este artículo analiza el impacto potencial de dichas reglamentaciones en la agricultura del Magreb, sobre todo la argelina, en su camino hacia Europa, a la vez que explora dos futuros escenarios: la modernización a la europea de la agricultura magrebí a través de inversiones directas, por un lado, y la diversificación de los mercados de exportación hacia regiones emergentes, por otro.

 

El sector agrícola en el Magreb: especificidades de Argelia

El sector agrícola en Túnez, Argelia y Marruecos constituye un pilar de la economía nacional de estos países. La región goza de un gran renombre por sus cultivos de cereales, olivos, cítricos, frutas y legumbres, así como por su producción –a menudo local– de vino y dátiles. El sector agrícola supone un 12%, 10% y 14% del PIB respectivamente (según la FAO) y emplea al 20%, 15% y 40% de la población activa en cada uno de estos países. En 2022, la región exportó unas 205.000 toneladas de dátiles a Europa, el 22% de las cuales fueron directas a Francia; lo que demuestra, entre otras cosas, la dependencia de la UE con respecto a la agricultura magrebí. Según los informes más recientes de las exportaciones argelinas (CNIS), Francia empezó a perder su liderazgo como país receptor hace una década. Por otra parte, cabe recordar que las configuraciones geopolíticas actuales y las intervenciones indirectas en la región acabarán imponiendo un nuevo orden en el Mediterráneo.

La agricultura en Argelia presenta especificidades distintas en comparación con sus vecinos magrebíes, sobre todo en términos de marco legislativo e institucional (Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural). A diferencia de Túnez y Marruecos, Argelia mantiene desde hace tiempo restricciones rigurosas en las inversiones extranjeras, y limita la propiedad extranjera al 49% en los sectores estratégicos, incluido la agricultura. Esta política, aunque protectora de los intereses nacionales, sin duda ha desanimado a los capitales internacionales a la hora de invertir. Sin embargo, la promulgación de la Ley sobre inversiones de 2020 ha suavizado algunas de esas restricciones para atraer más capital al país, aunque las limitaciones no hayan desaparecido del todo.

 

 

En comparación, Túnez y Marruecos han adoptado marcos legislativos más abiertos y atractivos para los inversores extranjeros, lo cual facilita la afluencia de capitales y el avance notable de una progresiva modernización en los sectores agrícolas. Túnez, con su Ley de inversiones de 2016 (Agencia de Promoción de Inversiones Agrícolas, APIA), y Marruecos, con su estrategia «Generation Green 2020-2030» (Agencia para el Desarrollo Agrícola, ADA), ofrecen ventajas fiscales e incentivos sustanciales para estimular las inversiones agrícolas. Las iniciativas institucionales en Argelia, como los programas de apoyo a jóvenes agricultores y los proyectos de irrigación, son comparables a las instauradas en Túnez y Marruecos, pero Argelia se diferencia, como siempre, por un enfoque más prudente y conservador.

 

El contexto de las nuevas regulaciones de la UE

Las nuevas regulaciones de la UE pretenden reducir a la mitad el uso de pesticidas de aquí a 2030, en el marco del Green Deal europeo, que aspira a implantar una agricultura más sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Estas medidas comprenden reducciones drásticas de los pesticidas químicos, restricciones en los abonos sintéticos y objetivos ambiciosos para la biodiversidad y las prácticas agrícolas sostenibles. Por ejemplo, la Comisión Europea propone una reducción del 50% en el uso de pesticidas y una reducción del 20% en el empleo de abonos de aquí a 2030 –según fuentes oficiales de la UE.

Estos cambios han provocado protestas entre los agricultores europeos, que temen un descenso en su competitividad y sus ingresos (Farmers Weekly). En Alemania los agricultores han expresado su descontento ante la supresión de subvenciones para el gasóleo agrícola, mientras que en España las preocupaciones se centran en las medidas de conservación del agua, que afectan al riego. En Francia, los agricultores se han movilizado contra los elevados costes de producción y las restricciones sobre los pesticidas. Más allá de los significativos efectos que todas esas medidas podrían producir en el seno de la UE, se impone asimismo una reflexión sobre su impacto en las regiones vecinas.

 

Posibles impactos de las nuevas políticas en los países del sur

Las nuevas regulaciones de la UE tendrán repercusiones significativas en los países del Sur. Podemos contemplar dos escenarios principales al respecto, sobre todo en Argelia: una modernización acelerada de la agricultura magrebí a través de inversiones directas, por un lado, y una oportunidad para la diversificación de los mercados de exportación hacia otras regiones emergentes, por otro.

 

Primer escenario: modernización de la agricultura magrebí a la europea

Las normas más estrictas de la UE podrían limitar las exportaciones de productos agrícolas del Magreb, sobre todo los dátiles, las aceitunas y las legumbres, lo cual obligaría a los agricultores magrebíes a adoptar prácticas más sostenibles para ajustarse a las nuevas exigencias. Sin embargo, las reticencias a la hora de asumir cambios técnicos e institucionales siguen siendo un notable desafío. Dichas reticencias se explican por los costes elevados que suponen, la falta de formación y de apoyos institucionales y unas infraestructuras a menudo inadecuadas para hacer frente a la modernización, sobre todo si esta sigue los cánones europeos.

Para superar esos obstáculos, podrían ser necesarias una serie de inversiones directas de la UE para modernizar la agricultura magrebí según las directivas europeas, lo cual incluiría infraestructuras, tecnologías y programas de formación. En este contexto, el marco reglamentario de estos países es relativamente favorable a las inversiones extranjeras.

 

«La diversificación hacia mercados emergentes, por una parte, y la innovación en las prácticas agrícolas, por otra, pueden reforzar la resiliencia del sector y abrir nuevas oportunidades de crecimiento»

 

Argelia ha adoptado, sobre todo a partir de julio de 2022, una nueva ley de inversiones con el fin de estimular la financiación de los sectores prioritarios con un fuerte valor añadido. La Ley nº 22-18 modifica la regla del 51-49% y permite, a partir de ahora, que la propiedad extranjera alcance el 51% en ciertos sectores, incluido el agrícola, lo cual ofrece una oportunidad de atraer más inversores extranjeros en colaboración con algunas instituciones financieras públicas. El Fondo Nacional de Inversiones Argelinas (FNIA) es una institución financiera pública que financia proyectos de inversión en diversos sectores económicos, sobre todo en la industria agroalimentaria. Además, otras instituciones públicas como la Agencia Argelina de Promoción de las Inversiones (AAPI), bajo la tutela del primer ministro, tienen como objetivo renovar las inversiones productivas en Argelia. También se han creado una serie de plataformas digitales, como la de la Oficina Nacional de Tierras Agrícolas (ONTA) y la Oficina de Desarrollo de la Agricultura Sahariana (ODAS), para promover el acceso a la propiedad agrícola.

Fijémonos ahora en un ejemplo concreto que ilustra la preferencia de Argelia por los partenariados económicos no europeos: el proyecto Baladna Al Djazair. Se trata de un proyecto gestionado por una empresa propiedad de la sociedad catarí Baladna, en un 51%, y el FNIA, en un 49%, orientado a la ganadería y la producción lechera. Ello demuestra la voluntad de Argelia de atraer inversiones extranjeras más allá del ámbito europeo. Por otra parte, en los dos últimos años Italia ha avanzado de manera notable en materia de inversiones, sobre todo en el sector agroalimentario, lo cual incluye el trigo y el azúcar, entre otros productos. Por ejemplo, la sociedad Bonifiche Ferraresi ha hecho inversiones agrícolas muy importantes en el sur de Argelia, sobre todo en la región de Tuggurt, en colaboración con la AAPI.

Según el informe más reciente del Banco Mundial sobre la situación económica en Argelia, publicado en mayo de 2024, la actividad económica se ha visto estimulada por un consumo privado dinámico y un fuerte crecimiento de las inversiones, lo cual ha provocado un significativo aumento de las importaciones. Las inversiones directas podrían incluir la financiación de tecnologías agrícolas avanzadas como el riego por goteo, los invernaderos y los sistemas de gestión integrada de plagas, esenciales para reducir el uso de pesticidas y aumentar la productividad. Asimismo, es necesario implantar programas de formación para los agricultores sobre prácticas agrícolas sostenibles y nuevas tecnologías, a fin de asegurar una buena transición hacia la agricultura moderna, por muy costosa que resulte.

 

Segundo escenario: diversificación de los mercados de exportación

Dirigiéndose a mercados emergentes como Rusia, América Latina o Asia, los países del Magreb, sobre todo Argelia, pueden encontrar la ocasión de diversificar sus exportaciones, lo cual tiene que llegar tarde o temprano debido a la exclusión de estos países en la adhesión a los BRICS, una alianza que habría resultado muy prometedora para sus economías. Los BRICS, en general, presentan normas menos estrictas y una demanda creciente por los productos agrícolas del Sur. En Argelia, muchos empresarios ya han establecido relaciones para exportar sus productos a Estados Unidos y África –según una entrevista con un CEO de una fábrica de dátiles de Biskra cuyo producto está exclusivamente destinado a los mercados americanos. La diversificación de los mercados podría, además, abrir márgenes de cooperación más fructífera con los países emergentes. Los partenariados estratégicos para Argelia podrían incluir transferencias de tecnologías, inversiones conjuntas y programas de desarrollo rural.

Rusia, por ejemplo, ha mostrado un creciente interés por los productos agrícolas argelinos, y ha intensificado sus relaciones comerciales con varios países del Magreb en los últimos años. En 2021 aumentaron las exportaciones agrícolas de Argelia a Rusia, con productos como los cítricos, las legumbres y los dátiles a la cabeza. Asimismo, América Latina y Asia ofrecen mercados potenciales para los productos agrícolas magrebíes, con una creciente demanda de los productos frescos y de calidad.

 

Consecuencias para el sector agrícola magrebí

Las consecuencias de las nuevas políticas de la UE para el sector agrícola magrebí serán diversas, presentando a la vez retos y oportunidades. Por un lado, la adaptación a las nuevas normas de la UE por parte de los agricultores magrebíes implicará una serie de costes muy elevados, pues será necesario invertir en tecnologías ecológicas y prácticas sostenibles. Así, un compromiso de la UE a la hora de afrontar ese escenario podría resultarle muy costoso. Por otro lado, la competencia con los productos que reciben el apoyo de la UE podría hacer que los productos magrebíes fueran menos competitivos en el mercado europeo.

Sin embargo, al adoptar prácticas agrícolas sostenibles, los agricultores magrebíes podrían acceder a los mercados europeos más rentables, y atraer así inversiones extranjeras directas. Por ejemplo, la modernización de los sistemas de riego y la adopción de nuevas técnicas de producción, sobre todo de agricultura biológica, podrían permitir que los productores magrebíes se ajustaran a las normas europeas, mejorando a la vez la calidad de sus productos; en caso contrario, se exponen a una nueva crisis a corto plazo.

Desde una perspectiva realista, es muy posible que la diversificación hacia mercados emergentes, por una parte, y la innovación en las prácticas agrícolas, por otra, refuerce la resiliencia del sector y abra nuevas oportunidades de crecimiento. Los países del Magreb poseen, asimismo, un potencial enorme para desarrollar la agricultura biológica y los productos de alto valor añadido, como los alimentos procesados y los pertenecientes a los nichos de mercado. El mercado mundial de los productos biológicos está en plena expansión, con una demanda creciente en los países árabes, América y Asia. Mediante inversiones en la certificación biológica y el desarrollo de las cadenas de valor específicas de los productos biológicos, los países del Magreb podrían acceder a segmentos de mercado más lucrativos y diversificar sus exportaciones agrícolas. Los auténticos productos agrícolas locales han logrado posicionarse en el mercado regional e incluso en el mercado de exportación a lo largo de estos años. Como ejemplo significativo en el caso de Argelia, cabe mencionar el higo de Beni Maouche, el dátil Deglet Nur de Tolga o el dátil Gourara, todos ellos certificados como productos locales. Otros como la miel de Cherchar o el aceite de Sig se encuentran en proceso de certificación. Cabe señalar que a principios de 2024 se publicó un catálogo nacional de productos locales, elaborado según las directrices de la FAO, que incluye un repertorio de 190 productos agrícolas con sus fichas técnicas (zona de producción, clima, suelo, conocimientos tradicionales de los agricultores locales, etc.). El objetivo de este catálogo consiste en promover el desarrollo rural territorial sostenible.

 

Perspectivas… ¡realistas!

Las nuevas regulaciones de la UE sobre los pesticidas y las prácticas agrícolas sostenibles plantearán una serie de retos significativos para las exportaciones agrícolas de los países del Sur, sobre todo en el Magreb. La estrategia de modernización a la europea podría parecer muy costosa desde la perspectiva de la UE dependiendo de las numerosas contingencias que surjan, especialmente en el ámbito político. En cambio, la opción de diversificar las exportaciones hacia nuevas regiones parece más fructífera y prometedora.

El sector agrícola magrebí es capaz no solo de superar todos esos obstáculos, sino también de sacarles partido para desarrollar nuevas posibilidades. Los responsables políticos deberán contemplar los cambios con sumo cuidado para maximizar las ventajas y minimizar los impactos negativos en los agricultores locales. Si se dirigen a los mercados emergentes como Rusia, América Latina y Asia, los países magrebíes podrán diversificar sus exportaciones y reducir su dependencia de los mercados europeos, a menudo exigentes y a veces injustos, habida cuenta de la compleja historia que subyace en su relación.

La cooperación internacional más allá de Europa y las inversiones específicas serán esenciales en esta transición hacia una agricultura más competitiva. Por último, la capacidad de los países del Magreb para adaptar ex ante sus sectores agrícolas a las nuevas realidades de un mercado mundial en mutación geopolítica determinará su triunfo a largo plazo en este ámbito crucial para la seguridad alimentaria, que actualmente atraviesa una situación de lo más preocupante./