El proteccionismo del outsider Donald Trump no está bien alineado con la naturaleza más librecambista del Partido Republicano. Los checks and balances establecidos por los padres fundadores obligarán, sin duda, a encontrar un punto de equilibrio.

Los pilgrims y los padres fundadores de la gran nación estadounidense sembraron la semilla del país que se convirtió, en apenas dos siglos, en la economía que impulsaría el comercio internacional hacia la globalización. EE UU se asentó en unos principios orientados a la iniciativa individual, el reconocimiento del esfuerzo y la admiración por el éxito personal y empresarial. La competencia y un tamaño de mercado en expansión impulsaron su crecimiento económico.

A principios del siglo XX, EE UU empezó a disponer de grandes conglomerados empresariales (Standard Oil, Du Pont, General Electric, Westinghouse, General Motors, Ford, John Deere, Eastman Kodak, Singer, Procter & Gamble) creados por magnates como John D. Rockefeller, Andrew Carnegie, Cornelius Vanderbilt, Henry Ford, Jay Gould o J.P. Morgan, entre otros. Los “felices años veinte” vivieron el crecimiento y la consolidación de estas corporaciones asentadas en el mercado norteamericano, con una incipiente proyección internacional.

La apertura de nuevas rutas comerciales, las grandes obras de ingeniería como el canal de Suez (1869), canal de Panamá (1914), la construcción de barcos impulsados por carbón y derivados del petróleo y las mejoras en los instrumentos de navegación marítima acortaban las distancias en millas náuticas. En 1927, el aviador Charles Lindbergh cruzaba el océano Atlántico sin escalas de Nueva York a París.

No obstante, el estallido del crack de 1929 finalizó abruptamente con el ciclo económico expansivo. El índice Dow Jones de Wall Street se hundió, arruinando a los inversores. Los bancos quebraban, sin ofrecer protección a sus depositantes. La crisis económica afloró como crisis social, elevando el desempleo a cotas del 25 por cien,…