Rivalidad tribal instigada desde el poder político, corrupción, impunidad y pobreza son desde hace décadas el contexto electoral de Kenia. El país necesita una reconciliación política entre sus más de 42 tribus.
Las elecciones del 4 de marzo serán las quintas democráticas de Kenia, y las primeras que se celebran bajo la nueva Constitución promulgada en 2010 y aprobada con el apoyo del 67 por cien de la población. Por primera vez, será necesaria una segunda vuelta en las elecciones presidenciales, si ninguno de los candidatos logra en la primera el 50 por cien de la votación nacional y el 25 por cien de los votos en 24 condados. Con la nueva ley, además de elegir a un presidente y a los miembros del Parlamento, los votantes elegirán senadores, gobernadores de los 47 condados recientemente creados y otros representantes.
Las reformas pretendían dar más poder a los ciudadanos con el establecimiento de gobiernos locales semiautónomos. No obstante, en Kenia la creación de más puestos legislativos aumenta el riesgo de conflicto al traducirse en riqueza instantánea para los ganadores. Los legisladores de este país están entre los mejor pagados del mundo, con salarios que exceden en mucho los de sus homólogos en países ricos. Esta es una de las causas por la que los candidatos están dispuestos a hacer cualquier cosa –incluso incitar a la violencia– para ser elegidos.
Si bien se considera que la anterior Carta Magna fue responsable en parte de la violencia de las elecciones de 2007, la nueva no reducirá sin más la corrupción generalizada en la política nacional.
Alentar los conflictos tribales para acceder al poder es algo fácil en un país donde todo está determinado por los privilegios y las tradiciones de las etnias…