A pesar de los desafíos económicos y de la guerra contra el extremismo islamista, el país goza de una estabilidad y una seguridad considerables.
En medio de la agitación que lleva ya años haciendo estragos en la región, Jordania representa una excepción única. Ha sobrevivido a los tumultos de la Primavera Árabe y ha afrontado las consecuencias de la crisis siria, que le ha obligado a recibir a más de 1,5 millones de refugiados desde marzo de 2011. De hecho, comparado con sus vecinos, Jordania goza de una estabilidad y una seguridad considerables, a pesar de que se enfrenta a desafíos económicos sin precedentes y se encuentra en primera línea de la guerra contra el extremismo islamista.
Pero bajo esa apariencia de estabilidad, hay diversas corrientes subterráneas que amenazan con aflorar en cualquier momento. Aunque el sistema político parece haber soportado los desafíos nacionales y regionales, sigue sometido a presión, ya que los jordanos desconfían cada vez más de la lenta recuperación económica. El gobierno aún no ha cumplido sus promesas de luchar contra el paro, especialmente el juvenil, la pobreza, el aumento del coste de la vida, la sobrecarga de las infraestructuras o la crisis energética, entre otras.
Cuando estalló la Primavera Árabe, hace más de cuatro años, el régimen se vio enfrentado a protestas populares en todo el reino que pedían reformas políticas y que se combatiese la corrupción. Ha sido el mayor reto que ha afrontado el rey Abdalá II desde que llegó al trono en 1999. Las protestas estaban encabezadas por el principal movimiento político del país, los Hermanos Musulmanes, que se aliaron con grupos y partidos nacionalistas y de izquierdas. Hay que destacar que los manifestantes eran en su mayoría transjordanos, entre ellos jóvenes y oficiales del ejército jubilados, a los que siempre se ha…