Israel-Palestina, ¿Un conflicto sin fin?
Una sociedad israelí polarizada y desgarrada por una crisis política sin precedentes desde principios de 2023; un sexto gobierno de Netanyahu, más derechista y colonialista que nunca; un enfrentamiento violento sin apenas tregua en los territorios palestinos: ¿hay aún motivos para esperar una solución pacífica al conflicto israelopalestino que dura ya más de un siglo? Alain Dieckhoff no lo dice, pero en su libro nos invita a apreciar la complejidad de un conflicto de larga duración cuya perpetuación no es inevitable.
Veintidós preguntas, divididas en breves capítulos, exploran la historia (primera parte), la dinámica reciente (segunda parte), las intervenciones exteriores (tercera parte) y las perspectivas (cuarta parte) del enfrentamiento israelopalestino. En pocas páginas, con un estilo perfectamente claro y análisis siempre equilibrados, la aportación pedagógica es considerable.
En primer lugar, hay explicaciones útiles sobre los hechos esenciales: el papel de las ofensivas militares israelíes en 1948 en la creación del problema de los refugiados palestinos; el callejón sin salida político tras la victoria de la Guerra de los Seis Días (5- 10 de junio de 1967); los límites de la intransigencia árabe y de la estrategia violenta de la OLP, que abrió discretamente la vía a una solución de dos Estados a partir de 1974; la fragilidad del proceso de paz lanzado en 1993 y torpedeado por los radicales de ambas partes (islamistas palestinos y extremistas judíos). En cierto modo, se trata de condiciones previas, observaciones que arrojan luz sobre los errores de los últimos 20 años.
Este es precisamente el propósito de la segunda parte del libro: mostrar la espiral fatal de oportunidades perdidas (negociaciones en 2000 y 2003), provocaciones (que condujeron a la segunda Intifada) y radicalización (Hamás, que quizá podría haberse detenido a tiempo, y el unilateralismo israelí, que no se condenó con suficiente firmeza). El cuadro muestra hasta qué punto están relacionados todos los acontecimientos y cómo están de tensas las relaciones entre las partes. La cuestión de la realidad de un “Estado palestino” en la actualidad (una autoridad soberana, una población y un territorio), que el libro trata de forma especialmente lúcida, resume la amplitud de los obstáculos que se interponen en el camino hacia una solución definitiva.
Y en este camino, tercer punto destacado del libro, los actores externos no han tenido un peso decisivo. Las divisiones (de los Estados árabes), la intransigencia (del Irán de los mulás), la falta de firmeza de Occidente y la impotencia de la ONU dibujan un panorama bastante sombrío de lo que podemos esperar de la internacionalización del conflicto: en el mejor de los casos, una laboriosa mediación; en el peor, una escalada de violencia. Se presta mucha atención a la singular posición de Estados Unidos que, por razones tanto estratégicas como de política interna, es incapaz de liberarse de una relación privilegiada con Israel y de convencer a los demás de su compromiso imparcial.
A partir de las preguntas planteadas en el libro, los lectores podrán formarse sus propias opiniones, y les dejamos que descubran las “perspectivas” que ofrece el autor sobre cuestiones tan delicadas como el problema de los refugiados palestinos y la división de Jerusalén.
Dos ideas en particular son dignas de mención. En primer lugar, el conflicto palestino-israelí ha perdido centralidad en las relaciones internacionales en los últimos 20 años. Se ve claramente cómo las crisis regionales se han desplazado hacia el Golfo (la guerra de Estados Unidos contra Irak en 2003 y sus calamitosas consecuencias en la región; la nuclearización de la República Islámica de Irán) y se han centrado en parte en el auge del “terrorismo yihadista”.
Pero, por otra parte, el conflicto sigue muy vivo, congelado en una lógica de oposición absoluta reforzada por la dimensión religiosa y explotada abiertamente por los actores regionales. Lo más preocupante es que las opciones conciliadoras (incluida, por supuesto, la solución de dos Estados) son sistemáticamente saboteadas por los firmes opositores a la paz de ambas partes. Estos tienen mucho peso, y ésta es una característica recurrente de este interminable conflicto. ¿Quizás es aquí donde el apoyo internacional (y en particular el occidental) debería ser más decisivo? No imponiendo sanciones para estigmatizar a los “radicales” que podrían estar mañana entre los negociadores, sino mostrando más firmeza contra la colonización y más apoyo a las fuerzas realmente comprometidas en la búsqueda de una solución pacífica.
Es evidente que gran parte de este arreglo externo dependerá del carácter pacífico y reconciliado de las instituciones internas de los dos protagonistas. Los excesos autoritarios (tanto en el lado israelí como en el palestino) son mortales. Deberían denunciarse mucho más enérgicamente, sobre todo por parte de la Unión Europea que, ante las actuales amenazas a la democracia israelí, ha optado por mantenerse muy discreta. Es una decepción para todos los demócratas. Y para todos aquellos que buscan una salida razonada y realista a esta “guerra de los cien años”, como nos invita a hacer este pequeño y notable libro.