Las urnas han hablado en Israel y han reforzado al primer ministro saliente, Benjamín Netanyahu, a quien el presidente de Israel, Reuven Rivlin, ha pedido que forme una coalición. Tiene todas las posibilidades de lograr sus fines aunque, como es habitual, las pequeñas formaciones pedirán contrapartidas significativas para apoyarle. Estas elecciones han sido un referéndum a favor o en contra de Netanyahu. Y a pesar de que el Likud y la coalición centrista Azul y Blanco hayan empatado con 35 escaños cada uno, hay que reconocer que el indiscutible jefe de la derecha israelí ha ganado su apuesta.
Netanyahu ha cosechado un éxito que, en primer lugar, es personal. En el poder ininterrumpidamente desde 2009, ha conseguido que su partido, el Likud, sea el que más votos haya logrado (con aproximadamente 15.000 votos de ventaja). Este resultado es el mejor que ha obtenido el Likud desde 2003. Y a eso se le suma también que es la primera vez desde los años cincuenta y David ben Gurion que un primer ministro se mantiene tanto tiempo en el poder.
Netanyahu ha conseguido este resultado gracias a la conjunción de varios factores. En primer lugar, no ha dudado en adoptar una estrategia de enfrentamiento al acusar a los líderes de la coalición Azul Blanco de inexperiencia y blandura, incluso en materia de seguridad. Este ataque resulta sorprendente porque el cuadrunvirato que dirige esta colación estaba formado por tres ex jefes del Estado Mayor: Benny Gantz, Gabi Ashkenazi y Moshe Ya alon (que también fue ministro de Defensa entre 2013 y 2016, en un gobierno dirigido por… Benjamín Netanyahu). También denunció sin miramientos a algunos medios de comunicación “izquierdistas” acusándoles de dar demasiada importancia a diversos asuntos judiciales que le afectan para impedirle ganar. Por cierto, en un cartel del Likud se podía…