Entre 2011 y 2014, cuando Portugal soportó los duros años de ajuste fiscal exigido por la troika a cambio de un rescate de 78.000 millones de euros, unos 50.000 portugueses al año, en su mayoría jóvenes profesionales cualificados, emigraron en busca de oportunidades laborales.
Entre los países desarrollados, solo Irlanda y Nueva Zelanda tienen más población viviendo fuera que Portugal. En julio, el gobierno de Lisboa lanzó la iniciativa Regressar, para traer de vuelta a esa generación con beneficios tributarios y ayudas para encontrar vivienda y empleo.
Importantes sectores económicos dicen que su mayor problema hoy es encontrar trabajadores capacitados. El desempleo ha disminuido al 6,7%, frente al 18% en el punto álgido de la crisis. Moody’s, por su parte, ha subido las perspectivas del país de estables a positivas. En los mercados de bonos, España y Portugal han dejado de ser periféricos, lugar que en la zona euro solo ocupan Italia y Grecia.
Con Alemania al borde de la recesión y un crecimiento anémico para la zona euro en 2019, la tasa de los países ibéricos se mantiene en torno al 2% con niveles de déficit en franca mejoría. En diciembre, el portugués podría rozar el 0%.
Los salarios del sector público luso han regresado a los tiempos anteriores a la crisis. Los inversores brasileños, que valoran sobre todo la seguridad, han puesto por las nubes los sectores inmobiliarios de lujo.
Lisboa y Oporto, inundadas estos días por el turismo, tienen hoy prósperas colonias filipinas, angoleñas, chinas y brasileñas. En la región del Alentejo, algunos pueblos tienen miles de nepaleses trabajando en el campo.
En los últimos 20 años, la población inmigrante se ha duplicado, hasta el 4,1% del total. Portugal está habituado a los giros demográficos. Tras la descolonización de Angola y Mozambique en los años setenta, el…