La presidencia semestral, la primera desde su adhesión a la UE hace 12 años, ha llegado en mal momento, con el Brexit el 29 de marzo y las elecciones de mayo al Parlamento Europeo, que fragmentarán aún más el espectro político con el reforzamiento de grupos populistas y eurófobos.
Esta presidencia atraerá la atención pública sobre las opacas estructuras del poder en Bucarest y su permisividad frente a la corrupción. En noviembre, el propio presidente, Klaus Iohannis, declaró que su país no estaba preparado para asumir la presidencia europea.
Entre otras actividades, Rumanía dirigirá las audiencias disciplinarias a las que se someterán Hungría y Polonia por sus transgresiones de los valores fundamentales europeos. Los procedimientos contemplados en el artículo 7 podrían conducir a la suspensión de los derechos de voto de Polonia en el Consejo. Todo esto sucederá en un momento en el que el antiguo establishment socialdemócrata y democristiano y el eje franco-germano son una sombra de lo que fueron.
Roma se ha unido al rumbo nacionalista y autoritario de Budapest y Varsovia. Las encuestas anticipan que en las elecciones al Parlamento Europeo de mayo los partidos de ultraderecha, es decir La Liga italiana, el Rassemblement National francés, el Fidesz húngaro, la AfD alemana, el PiS polaco o el español Vox, lograrán resultados antes nunca vistos.
Si las elecciones danesas en primavera y las de septiembre en cuatro Länder del este alemán refuerzan las filas ultraconservadoras, la defensa del acerbo comunitario será difícil en la periferia comunitaria.
Varsovia ha restituido a los jueces del Tribunal Supremo que destituyó el pasado verano tras un dictamen adverso del Tribunal de Justicia Europeo, pero el gobierno aún no ha retirado los cambios introducidos en la composición del Tribunal Constitucional y en el organismo que nombra a los jueces. El actual ministro…