El anuncio por Nicolás Maduro el 17 de agosto de un plan para derrotar “la guerra económica del imperialismo”, que incluye la emisión de un “bolívar soberano” al que se le han quitado cinco ceros y la reducción al 0% del déficit fiscal (hoy del 30%), la rebaja de los subsidios a los combustibles y aumentos de impuestos, es la última carta que se juega el régimen chavista para vencer la hiperinflación en Venezuela, que este año superará el 1.000.000%, según el FMI.

No hay casos en la historia de una hiperinflación sine die. El proceso casi siempre termina devorando a sus creadores. De hecho, en una inédita autocrítica, Maduro reconoció que los modelos productivos del chavismo han fracasado y que la emisión de moneda sin respaldo es culpable de la inflación.

Ya era hora. El PIB ha caído un 50% en cinco años. Durante la Gran Depresión, el de EEUU lo hizo un 28,9% entre 1928-33. El éxodo de venezolanos al exterior huyendo del hambre y la miseria es uno de los mayores desplazamientos forzados de personas de la historia de la región.

Meses antes el régimen levantó la prohibición de las operaciones en divisas y exoneró de ciertos impuestos a la petrolera estatal PDVSA, trasladando la carga al casi destruido sector privado no petrolero. Además, para atenuar el impacto del aumento de los combustibles entre los consumidores, habrá un subsidio directo para quienes se registren con el “carnet de la patria”, un documento similar a las tarjetas de racionamiento cubanas.

Sin embargo, la inmediata devaluación en un 85% del bolívar “soberano” –cuyo valor está supuestamente anclado al petro, una pseudocriptomoneda cuyo valor en teoría equivale a un barril de crudo: 65 dólares– restó aún más la ya escasa, o nula, credibilidad del plan.

El petro…