La proliferación de atentados yihadistas en los países ribereños del Mediterráneo ha extendido la sensación de que ya no hay lugares seguros para ir de vacaciones. A los ataques contra turistas en Turquía, Túnez y Egipto, con centenares de víctimas, le ha seguido ahora el atentado de Niza, en el que han muerto 84 personas, muchas de ellas veraneantes.
La brusca caída del turismo en los destinos mediterráneos del sur están beneficiando a España –cuyas visitas crecieron el 13% hasta abril–, Italia, Grecia, Croacia, donde no ha habido ataques yihadistas. Por ahora. El reforzamiento de las medidas de seguridad en Francia puede llevar a los terroristas a elegir objetivos “blandos” menos resguardados.
En general, los atentados llevan a los turistas europeos a elegir localizaciones más cerca de casa. La industria turística mundial sigue mostrando su habitual vigor. Según el último Barómetro OMT del Turismo Mundial, la llegada de turistas internacionales aumentó un 5% entre enero y abril de 2016, hasta los 348 millones de viajeros (visitantes que pernoctan).
Europeos, americanos y asiáticos no parecen dispuestos a renunciar a sus planes vacacionales. Las probabilidades de morir en un atentado siguen siendo ínfimas, de lejos mucho menores que las de fallecer en un accidente de tráfico. Pero el miedo es libre y difícil de evitar en los primeros meses después de un atentado. Según el World Travel and Tourism Council (WTTC), los turistas tardan en volver a un destino amenazado una media de 13 meses.
Sin embargo, esa virtual “cuarentena” se alarga en lugares golpeados más de una vez. El caso más notorio es Túnez, que sufrió varios ataques en 2015, en un museo de la capital y en un concurrido balneario de playa, con decenas de víctimas europeas. Varias cadenas hoteleras, algunas españolas, han abandonado ya el país. Tampoco los…