El peor terremoto sufrido por Ecuador en 70 años y que provocó el 16 de abril medio millar de muertos, 5.000 heridos y pérdidas materiales que el propio presidente Rafael Correa ha estimado en unos 3.000 millones de dólares (3% del PIB), han dejado al desnudo el precario estado de la economía del país, que en 2015 apenas creció un 0,3%.

Según el FMI, este año el PIB se contraerá un 4,5% y un 4,3% en 2017, cuando habrá elecciones a las que Correa no se presentará. No es casual. Debido a su rechazo a crear un fondo de reserva con los ingresos extraordinarios del petróleo –cuya producción de 550.000 barriles diarios representa el 55% de los ingresos por exportaciones– de la década pasada, las reservas de divisas del banco central son de apenas 2.400 millones de dólares, frente a los 18.000 millones de Bolivia (50% del PIB), otro país muy dependiente de los hidrocarburos y cuyo PIB es inferior al suyo.

Así, el gobierno no ha tenido más remedio que subir los impuestos, del 12 al 14% en el IVA e imponer una contribución extraordinaria para quienes ganen más de 1.000 dólares al mes con el fin de recaudar 1.000 millones con los que financiar la reconstrucción. Para este año el gobierno había elaborado un presupuesto estimando un precio de 35 dólares por barril, pero en lo que va del año la media ha rondado los 25, que no cubren los gastos de producción. Si Quito hubiese ahorrado parte del superávit logrado entre 2007 y 2014, tendría ahora unos 7.500 millones de dólares en reservas para reconstruir las ciudades devastadas.

Chile utilizó un fondo de contingencia creado en los años de los altos precios del cobre para cubrir los 25.000 millones de dólares que costó la reconstrucción…