La rotunda votación de la Cámara de Diputados (367/137) a favor del impeachment a Dilma Rousseff no es el final de su gobierno, pero casi. El Senado aún debe dar luz verde al proceso y después votar su destitución. Por lo menos 41 de los 81 senadores tendrán que dar ese primer paso y entonces se abrirá el juicio político. Entre la aceptación de la Cámara del impeachment hasta la votación final, la presidenta deberá dejar el poder temporalmente, un lapso que puede durar hasta seis meses.
La batalla en el Senado se librará entre el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) y sus aliados y la oposición, encabezada por el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), hasta hace poco socio del PT. El paladín del PT en ese duelo será Luiz Inácio Lula da Silva, su alfil supremo, y el del PMDB el vicepresidente Michel Temer, que asumiría la presidencia mientras prosiga el juicio político. El PMDB tiene 17 senadores mientras que su actual aliado, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), tiene 16. El PT apenas cuenta con ocho, por lo que el destino de Rousseff parece sellado, aunque solo sea por el hecho de que nadie cree que pueda gobernar con una mínima eficacia en los 32 meses que le quedan de mandato.
El impeachment es un procedimiento constitucional supervisado por el Tribunal Supremo Federal, pero dado que se están utilizando argumentos jurídicamente endebles para sacarlo adelante –irregularidades contables en la elaboración del presupuesto, algo que difícilmente entra en los “delitos de responsabilidad” contemplados en la Constitución–, el PT sostiene que se trata de un “golpe de Estado parlamentario”, lo que muestra el carácter traumático que ha adquirido el proceso pese a que el 60-70% de los brasileños lo apoya.
De hecho, uno a…