INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 980

ISPE 980. 4 abril 2016

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El doble atentado yihadista en Bruselas (contra el aeropuerto de Zaventem y el área de Schuman, donde se sitúan las instituciones comunitarias, matando a 32 personas e hiriendo a 200) ha sacado a la luz una cadena de errores y negligencias en el ámbito de la seguridad. El primer ministro, Charles Michel, ha sido objeto de críticas y no ha querido aceptar las dimisiones de los titulares de Interior, Jan Jambon, y justicia, Koen Geens. El propio Michel ha admitido que el gobierno tenía evidencias de que se estaba gestando  un ataque terrorista.

La fiscalía también ha reconocido que uno de los suicidas, Ibrahim el Barkaoui, fue puesto en libertad pese a haber sido deportado por Turquía debido a sus vínculos con el Estado Islámico/Daesh. Por su parte, el ministro holandés de Justicia, Ard van der Steur, ha revelado que el FBI le informó el 16 de marzo de los antecedentes extremistas y criminales de Ibrahim y su hermano, Jaled, y que se le hizo llegar esa información a Bruselas. Según fuentes griegas, Atenas también advirtió a Bélgica en enero de 2015 de haber encontrado planos del aeropuerto de Zaventem en el apartamento ateniense del belga Abdelhamid Abaaoud, el cerebro de los atentados del 13-N en París. Pero el error de seguridad más flagrante tuvo lugar cuando tras detener al artífice huido de los atentados del 13-N, Salah Abdeslam, la policía federal no puso a sus fuerzas en el nivel máximo de alerta, pese a que encontró en su escondite en la capital belga una ingente cantidad de explosivos y armas automáticas, lo que mostraba la existencia de una única célula operativa que actuaba entre Francia y Bélgica.

Otro nexo entre los atentados de París y Bruselas es que en ambos los yihadistas…

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