El primer ministro húngaro, Viktor Orban, que ha ganado este año elecciones legislativas, europeas y municipales al frente de su partido Fidesz y mantiene una mayoría de dos tercios en el Parlamento, se ha convertido en un aliado tan estrecho del presidente ruso, Vladimir Putin, que el exministro de Exteriores alemán, Joschka Fischer, ha calificado al gobierno de Budapest como el primer “ente putinista” de la Unión Europea.
Inducido por Orban, el Parlamento de Hungría acaba de aprobar una nueva ley de hidrocarburos que da luz verde al gasoducto South Stream del monopolio estatal ruso Gazprom, desafiando así la demanda de la Comisión y el Parlamento Europeos para que Hungría aplique las sanciones contra Moscú acordadas por la UE. La ley magiar cuestiona las directrices energéticas de la Comisión, que cree que la construcción del gasoducto violará las leyes de competencia europeas y aumentará la dependencia europea del gas ruso.
Según Orban, el South Stream reforzará la seguridad energética húngara al proteger su suministro de gas del impacto del conflicto ucraniano. South Stream está diseñado para bombear gas ruso por debajo del mar Negro atravesando Bulgaria, Serbia, Eslovenia y Hungría hasta llegar a Austria.
Llueve sobre mojado. Dada la afición de Orban a comparar la UE con la extinta Unión Soviética y sus numerosas iniciativas legislativas para recortar la libertad de expresión, la excomisaria de Justicia, Viviane Reding, y el líder del Partido Liberal Europeo, Guy Verhofstadt, han sugerido que se aplique a Budapest la mayor sanción posible a un Estado miembro: el artículo 7 del Tratado de Lisboa, que suspende derechos claves del país infractor.
Pero Orban se siente protegido por el Partido Popular Europeo al que pertenece Fidesz. De hecho, Budapest ha resistido las presiones de las instituciones comunitarias, con poco…