La reciente cumbre sobre el cambio climático en Nueva York reunió a más de 120 de jefes de Estado que intentaron acercar posturas para firmar un tratado medioambiental global en la conferencia internacional de París del próximo año. No va a ser fácil. El calentamiento global no es una prioridad para la opinión pública mundial. Según una encuesta del programa The World We Want de la ONU entre más de cuatro millones de personas en todo el mundo, ese asunto solo ocupa el puesto 17 entre sus prioridades, el último, tras la educación, la sanidad o el empleo.
Sin embargo, un documento presentado en la cita, The new climate economy, elaborado por expertos de una decena de países, sostiene que los esfuerzos contra el cambio climático no tienen por qué ser un lastre para el crecimiento económico. Al contrario. Según sus investigaciones, los 20 mayores emisores de gases de carbono se beneficiarían de un “impuesto al carbono”. Una tasa de 63 dólares por emitir una tonelada de CO2, por ejemplo, reduciría en un 17% las emisiones de China y también el número de chinos que cada año enferman o mueren por afecciones respiratorias provocadas por la contaminación atmosférica: 1,2 millones de muertes prematuras solo en 2010.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de siete millones de personas mueren prematuramente cada año en el mundo a causa de la contaminación ambiental. En 2010, 3,3 millones de personas murieron por la mala calidad del aire –223.000 de ellas por cáncer de pulmón–, convirtiendo la polución atmosférica en el principal riesgo medioambiental para la salud humana. La tasa de mortalidad en ciudades con altos niveles de contaminación supera entre un 15-20% la que se registra en ciudades más limpias.
China, que en 2013 aumentó un 4,2% sus emisiones,…