Los expertos bursátiles no alcanzan a explicar por qué las actuales (y abundantes) tensiones geopolíticas no han provocado un impacto significativo en las bolsas occidentales. Pese a la guerra en Siria, el caos en Irak y Libia y el conflicto de Ucrania, las bolsas siguen subiendo como si la geopolítica no tuvieran nada que ver con los mercados.
Aunque en Irak se sigue consolidando un emirato yihadista, el crudo Brent ha caído en el último mes desde los 115 a los 106 dólares por barril. En los últimos dos años el índice Dow Jones subió de los 13.000 a los 17.000 puntos (31% más), el Nasdaq de los 2.650 a los 4.000 (50%), el Dax alemán de los 6.700 a los 9.700 (45%) y el Ibex 35 de los 6.500 a los 10.600 (63%).
Las demás bolsas de Europa y Estados Unidos se han portado, en general, de modo similar. No es tan extraño. Los datos históricos muestran que las tensiones geopolíticas, incluso las que condujeron a catástrofes bélicas, no tienen una relación de causa-efecto sobre los mercados bursátiles.
Un ejemplo ilustrativo es la invasión de Irak en 2003. Antes del ataque, el Dow Jones estaba sobre los 7.600 puntos y no dejó de subir hasta que en 2007 se detuvo en los 14.000, y ello solo por la crisis de las hipotecas subprime. Durante la Segunda Guerra mundial, los mercados se portaron de un modo parecido. El Dow Jones empezó a subir en 1942 y no dejó de escalar hasta 1945, para luego crecer de manera sostenida hasta los años setenta.
Sin embargo, esa aparente indiferencia ante los conflictos bélicos no explica la subida de las bolsas en los dos últimos años, signados por el débil crecimiento de EE UU y el estancamiento de…