INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 891

#ISPE 891. 26 mayo 2014

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El abandono por Portugal de la situación de rescate en la que se mantenía desde 2011, cuando recibió 78.000 millones de euros de la troika, ha sido saludado casi con euforia por Alemania, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, declaró que las reformas de Lisboa “no fueron fáciles, pero están dando resultados”.

Esa autocomplacencia es fácil de explicar. Portugal, el segundo país en salir del rescate tras Irlanda, puede ya valerse por sí mismo, está pagando apenas el 3,6% por el bono a 10 años y tiene fondos suficientes para todo un año, una clara prueba de que ha ganado credibilidad en los mercados.

Según la troika, todo ello sería atribuible a las políticas de ajuste aplicadas por el primer ministro, Pedro Passos Coelho, a instancia suya. La renovada confianza en el euro también tiene mucho que ver. Pero nadie duda que Lisboa se ha ganado a pulso esa confianza. Sus críticos han acusado a Passos Coelho de haber ido más lejos de lo que las directrices de Bruselas exigían. Y es cierto. Su gobierno trazó una estrategia centrada en hacer los deberes lo más rápido posible para conseguir resultados de crecimiento antes de 2015, fecha prevista para las próximas elecciones legislativas.

A lo largo de los últimos tres años, el gobierno de Lisboa despidió a 30.000 funcionarios, subió el IVA del 6% y el 13% al 23%, impuso una tasa de 20 euros en las urgencias médicas, retrasó la jubilación a los 66 años, subió la cotización a la Seguridad Social del 11% al 18% y redujo la indemnización por despido de 30 a 12 días, entre muchas otras medidas igualmente severas. Ese paquete ha reducido el gasto público en unos…

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