La aprobación por el Congreso mexicano –por 354 votos contra 134 en la Cámara Baja y 95 contra 28 en el Senado– de una reforma constitucional que abrirá a la iniciativa privada, nacional y extranjera, las reservas de gas y petróleo del país por primera vez desde 1938, convertirá a México en un gran centro energético hemisférico.
El Estado mexicano seguirá siendo propietario exclusivo de los recursos naturales y las petroleras extranjeras tendrán que asociarse con la estatal Pemex, pero podrán acceder a licencias para explorar y extraer crudo. Cuando entre en vigor el nuevo ordenamiento, lo que requerirá la aprobación de varias leyes secundarias sobre las condiciones de contratación, Pemex y la Comisión Federal de la Electricidad (CFE) dejarán de ser monopolios. Las reformas se habían hecho impostergables. Aunque las reservas mexicanas de crudo son las séptimas del mundo, comparables a las de Kuwait, el Estado de Texas produce hoy más barriles que México. Las ventas de Pemex, que representaron el 11% del PIB en 2012, financian el 40% del presupuesto nacional, pero la producción petrolera nacional ha caído un 25% desde el pico máximo alcanzado en 2004, hasta los actuales 2,5 millones de barriles diarios (mbd).
Pero el efecto del aumento de la producción mexicana en los mercados globales de la energía podría palidecer en comparación a lo que implicará el agresivo aumento de la producción de Irán e Irak. Ambos países están amenazando a la OPEP, que controla el 30% del mercado mundial del petróleo, con incumplir sus cuotas de producción. Alentado por su acuerdo provisional alcanzado con el G-5+1 (EE UU, Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania) sobre su programa nuclear, Irán quiere pasar a producir 4 mdb, frente a los 2,7 mdb actuales, en cuanto se levanten las sanciones internacionales que pesan sobre sus…