Tan solo unas semanas después de que las autoridades de EE UU impusieran una sanción de 13.000 millones de dólares a JP Morgan por su fraudulento manejo de las hipotecas subprime y en la venta de otros activos titulizados, la Comisión Europea impuso la mayor multa jamás aplicada a los bancos del Viejo Continente –1.700 millones de euros– por sus manipulaciones de los índices Líbor y Euríbor.
Los seis bancos multados en la UE –Deutsche Bank, Société Générale, Royal Bank of Scotland, JP Morgan y Citigroup, además del bróker RP Martin– manipularon los tipos de interés de esos dos índices entre 2005 y 2008 en su provecho, violando las normas de competencia comunitarias.
En todos los casos, los bancos han aceptado su responsabilidad, absteniéndose de recurrir a los tribunales para apelar la decisión. Es posible que ello se deba, al menos en parte, a que las cantidades impuestas sean peccata minuta en comparación con los ingresos que han obtenido por sus comportamientos poco escrupulosos o abiertamente delictivos en muchos casos.
Según Mario Mariniello, analista del think tank bruselense Bruegel, las multas “no llegan ni de lejos a los beneficios que han obtenido con esas prácticas”. De hecho, los bancos contaban ya con esas sanciones, para las que habían hecho provisión de fuertes sumas. Goldman Sachs, 7.500 millones de dólares y Bank of America, 5.100 millones. El pago de las multas e indemnizaciones requerirá un proceso que se alargará durante años.
La aquiescencia de los bancos al pago de las multas impuestas se debe fundamentalmente a que sus actuales responsables –que no son los mismos que cometieron las “irregularidades”– son conscientes de que los políticos y reguladores a ambos lados del Atlántico no podían dejar de sancionar a la banca sin sufrir un grave deterioro de su credibilidad pública.
Por otra…